El guardián
Fandom Oc
Categoría Acción
Las luces de neón teñían la ciudad de un brillo artificial mientras Darküs caminaba por las calles húmedas después de otro operativo nocturno. Habían atrapado a un vampiro descontrolado en el muelle y la unidad celebraba la victoria entre risas y humo de cigarrillos, pero él se apartó en silencio, como siempre.

Se apoyó en la pared de un callejón, encendió un cigarro y dejó que el humo se mezclara con el aire frío. Podía escuchar cada latido, cada respiración, cada voz a metros de distancia, y aun así sentía un silencio insoportable dentro de sí. Su mirada plateada se perdió en el reflejo de la luna sobre un charco y dejó escapar un murmullo que apenas se oyó sobre el ruido de la ciudad:

«Las cosas de la vida… a veces puedes estar rodeado de todos, y aun así sentirte terriblemente solo.»

Sabía que nadie lo entendería. Sus compañeros lo respetaban, incluso lo temían, pero ninguno podía comprender la carga de ser lo que era. No era un humano entre humanos, ni un lobo entre lobos. Solo un guardián obligado a mantener el orden, aunque eso lo estuviera consumiendo por dentro.

Apagó el cigarro contra el muro y volvió a caminar, la ciudad nunca dormía y él tampoco podía permitírselo.
Las luces de neón teñían la ciudad de un brillo artificial mientras Darküs caminaba por las calles húmedas después de otro operativo nocturno. Habían atrapado a un vampiro descontrolado en el muelle y la unidad celebraba la victoria entre risas y humo de cigarrillos, pero él se apartó en silencio, como siempre. Se apoyó en la pared de un callejón, encendió un cigarro y dejó que el humo se mezclara con el aire frío. Podía escuchar cada latido, cada respiración, cada voz a metros de distancia, y aun así sentía un silencio insoportable dentro de sí. Su mirada plateada se perdió en el reflejo de la luna sobre un charco y dejó escapar un murmullo que apenas se oyó sobre el ruido de la ciudad: «Las cosas de la vida… a veces puedes estar rodeado de todos, y aun así sentirte terriblemente solo.» Sabía que nadie lo entendería. Sus compañeros lo respetaban, incluso lo temían, pero ninguno podía comprender la carga de ser lo que era. No era un humano entre humanos, ni un lobo entre lobos. Solo un guardián obligado a mantener el orden, aunque eso lo estuviera consumiendo por dentro. Apagó el cigarro contra el muro y volvió a caminar, la ciudad nunca dormía y él tampoco podía permitírselo.
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