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Perdura un esgrimista de la palabra.
Sobre el cruce de la felicidad.
Que me envuelve como manto indeleble.
Mi incita a pecar desde el albor de mis promesas.
Soñadas.
Turbadoras.
Endebles ante sus proverbios.
Mis espíritus de delicias.
Que se originan en las sombras.
Que pregonan un rezo enhiesto.
Ante la oscuridad me hinco.
Y soy venerado.
Como el rey de acero predilecto.
Perdura un esgrimista de la palabra.
Sobre el cruce de la felicidad.
Que me envuelve como manto indeleble.
Mi incita a pecar desde el albor de mis promesas.
Soñadas.
Turbadoras.
Endebles ante sus proverbios.
Mis espíritus de delicias.
Que se originan en las sombras.
Que pregonan un rezo enhiesto.
Ante la oscuridad me hinco.
Y soy venerado.
Como el rey de acero predilecto.
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Perdura un esgrimista de la palabra.
Sobre el cruce de la felicidad.
Que me envuelve como manto indeleble.
Mi incita a pecar desde el albor de mis promesas.
Soñadas.
Turbadoras.
Endebles ante sus proverbios.
Mis espíritus de delicias.
Que se originan en las sombras.
Que pregonan un rezo enhiesto.
Ante la oscuridad me hinco.
Y soy venerado.
Como el rey de acero predilecto.
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