El caer de la lluvia sobre el asfalto, sobre los árboles alrededor, sobre los techos de los edificios... era ensordecedor. Y aún con tal tormenta, todavía podía escuchar el pitido agudo dentro de sus oídos. Todavía podía escuchar su respiración pesada, sentir que sus pulmones estaban ardiendo.
Sentado en la calle, completamente empapado, no podía moverse. Primero, porque había recibido un rodillazo del lado izquierdo que estuvo seguro alguna costilla le fracturó. Segundo, porque aún estaba en cierto shock.
A pocos pasos de él estaba el cuerpo, inerte, sangrante.
—¿Por qué? —logró musitar. ¿Por qué tuviste que meterte? ¿Por qué me seguiste? ¿Por qué no me dejaste? ¿Por qué, aún sabiendo quien soy?
Largó un pequeño gemido de dolor al intentar moverse, el dolor imediato h agudo haciendo que se detuviera de una.
Pero sus ojos no se despegaban deo cuerpo. No se despegaban del sujeto al que acabó de matar.
No podía. ¿Cómo ignorarlo? Porque sí, a lo largo de su vida había asesinado a varias personas–sobre todo a sus propios padres–y se había enfrentado a muchas otras. Pero esta... por extraña que fuera, esta fue la primera vez que se asesinó a sí mismo.
Sí, otro yo de otra línea temporal. Pero seguía siendo él. Creyó que sus otros yo no iban a seguir con rencor luego de darse cuenta de quiénes eran, pero, al parecer, no todos iban a compartir lo mismo.
Lo peor es que lo sentía. La fuera, el dolor, la sed de venganza. Como si eso fuera a traer a sus padres a la vida.
Fue una suerte que lloviese a cántaros, así ni él mismo podía notar las lágrimas que caían por su rostro.
Sentado en la calle, completamente empapado, no podía moverse. Primero, porque había recibido un rodillazo del lado izquierdo que estuvo seguro alguna costilla le fracturó. Segundo, porque aún estaba en cierto shock.
A pocos pasos de él estaba el cuerpo, inerte, sangrante.
—¿Por qué? —logró musitar. ¿Por qué tuviste que meterte? ¿Por qué me seguiste? ¿Por qué no me dejaste? ¿Por qué, aún sabiendo quien soy?
Largó un pequeño gemido de dolor al intentar moverse, el dolor imediato h agudo haciendo que se detuviera de una.
Pero sus ojos no se despegaban deo cuerpo. No se despegaban del sujeto al que acabó de matar.
No podía. ¿Cómo ignorarlo? Porque sí, a lo largo de su vida había asesinado a varias personas–sobre todo a sus propios padres–y se había enfrentado a muchas otras. Pero esta... por extraña que fuera, esta fue la primera vez que se asesinó a sí mismo.
Sí, otro yo de otra línea temporal. Pero seguía siendo él. Creyó que sus otros yo no iban a seguir con rencor luego de darse cuenta de quiénes eran, pero, al parecer, no todos iban a compartir lo mismo.
Lo peor es que lo sentía. La fuera, el dolor, la sed de venganza. Como si eso fuera a traer a sus padres a la vida.
Fue una suerte que lloviese a cántaros, así ni él mismo podía notar las lágrimas que caían por su rostro.
El caer de la lluvia sobre el asfalto, sobre los árboles alrededor, sobre los techos de los edificios... era ensordecedor. Y aún con tal tormenta, todavía podía escuchar el pitido agudo dentro de sus oídos. Todavía podía escuchar su respiración pesada, sentir que sus pulmones estaban ardiendo.
Sentado en la calle, completamente empapado, no podía moverse. Primero, porque había recibido un rodillazo del lado izquierdo que estuvo seguro alguna costilla le fracturó. Segundo, porque aún estaba en cierto shock.
A pocos pasos de él estaba el cuerpo, inerte, sangrante.
—¿Por qué? —logró musitar. ¿Por qué tuviste que meterte? ¿Por qué me seguiste? ¿Por qué no me dejaste? ¿Por qué, aún sabiendo quien soy?
Largó un pequeño gemido de dolor al intentar moverse, el dolor imediato h agudo haciendo que se detuviera de una.
Pero sus ojos no se despegaban deo cuerpo. No se despegaban del sujeto al que acabó de matar.
No podía. ¿Cómo ignorarlo? Porque sí, a lo largo de su vida había asesinado a varias personas–sobre todo a sus propios padres–y se había enfrentado a muchas otras. Pero esta... por extraña que fuera, esta fue la primera vez que se asesinó a sí mismo.
Sí, otro yo de otra línea temporal. Pero seguía siendo él. Creyó que sus otros yo no iban a seguir con rencor luego de darse cuenta de quiénes eran, pero, al parecer, no todos iban a compartir lo mismo.
Lo peor es que lo sentía. La fuera, el dolor, la sed de venganza. Como si eso fuera a traer a sus padres a la vida.
Fue una suerte que lloviese a cántaros, así ni él mismo podía notar las lágrimas que caían por su rostro.
0
turnos
0
maullidos