Un hombre con una pila de volantes le había entregado uno en su mano antes de seguir su camino. Alaska no tuvo tiempo de rechazarlo, así que solo lo sostuvo, y se detuvo un momento en la acera ignorando el flujo de gente.

«Sonríe, dios te ama» leyó en el papel.

— ¿Y si no sonrio . . . deja de amarme?
Un hombre con una pila de volantes le había entregado uno en su mano antes de seguir su camino. Alaska no tuvo tiempo de rechazarlo, así que solo lo sostuvo, y se detuvo un momento en la acera ignorando el flujo de gente. «Sonríe, dios te ama» leyó en el papel. — ¿Y si no sonrio . . . deja de amarme?
Me encocora
Me gusta
4
3 turnos 0 maullidos
Patrocinados
Patrocinados