Estando atrapado en aquel mundo se le hacia terriblemente difícil encontrar un regalo a la altura del momento.
Si a eso le sumabas que la 𝑚i𝑛e𝑟v𝑎 𝑘e𝑎n𝑒 que tenia a su lado era una mujer y él acababa de tener a un bebé... Misión imposible.

Y mas aún cuando con el tiempo alterado la fecha le pilla por completo por sorpresa aquella mañana al recibir El Profeta.

Al final encuentra una cajita decorada, y un pequeño frasquito de cristal.

En un momento de soledad, revive dos de sus mejores recuerdos.
Dos recuerdos que le ayudaban a seguir adelante.
El primero es el momento en el que supo que Violet estaba embarazada, porque a pesar de lo dramático de la situación, a pesar de que había estado ausente todo el embarazo, a pesar de que casi las pierde a ambas, recuerda haberse sentido el hombre mas afortunado del mundo, y recuerda la promesa que se había hecho en aquel momento. No dejaría que nada malo le ocurriera a esa criatura, su madre y él lucharían contra quien fuera necesario para que tuviera una vida plena y feliz. Y eso habían hecho.

El segundo era el primer momento en que había visto la pequeña carita de su hija, aquellos enormes ojos claros e inteligentes en un recién nacido.
La había sostenido entre sus brazos y habían tenido unos minutos para ellos solos en los que ni el adulto hablaba ni la niña lloraba, tan solo parecían reconocerse el uno al otro.

La punta de su varita saca aquella fina línea plateada de su sien, que condensaba aquellos dos recuerdos, y los introduce en el pequeño bote, el cual guarda en la cajita.

— No he tenido mucho tiempo, ni oportunidad de crear algo como te mereces, pero espero que te guste y accedas a ellos siempre que lo necesites.
Feliz cumpleaños, Minerva.
Estando atrapado en aquel mundo se le hacia terriblemente difícil encontrar un regalo a la altura del momento. Si a eso le sumabas que la [DOYOUSAYCHA0S] que tenia a su lado era una mujer y él acababa de tener a un bebé... Misión imposible. Y mas aún cuando con el tiempo alterado la fecha le pilla por completo por sorpresa aquella mañana al recibir El Profeta. Al final encuentra una cajita decorada, y un pequeño frasquito de cristal. En un momento de soledad, revive dos de sus mejores recuerdos. Dos recuerdos que le ayudaban a seguir adelante. El primero es el momento en el que supo que Violet estaba embarazada, porque a pesar de lo dramático de la situación, a pesar de que había estado ausente todo el embarazo, a pesar de que casi las pierde a ambas, recuerda haberse sentido el hombre mas afortunado del mundo, y recuerda la promesa que se había hecho en aquel momento. No dejaría que nada malo le ocurriera a esa criatura, su madre y él lucharían contra quien fuera necesario para que tuviera una vida plena y feliz. Y eso habían hecho. El segundo era el primer momento en que había visto la pequeña carita de su hija, aquellos enormes ojos claros e inteligentes en un recién nacido. La había sostenido entre sus brazos y habían tenido unos minutos para ellos solos en los que ni el adulto hablaba ni la niña lloraba, tan solo parecían reconocerse el uno al otro. La punta de su varita saca aquella fina línea plateada de su sien, que condensaba aquellos dos recuerdos, y los introduce en el pequeño bote, el cual guarda en la cajita. — No he tenido mucho tiempo, ni oportunidad de crear algo como te mereces, pero espero que te guste y accedas a ellos siempre que lo necesites. Feliz cumpleaños, Minerva.
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