Otro día tranquilo–tan tranquilo cómo podía ser estando en la neutralidad–esperando por alguna palabra de Hécate. Otra vez.
Hacía un tiempo que estaba en silencio. Ninguna orden, ninguna presencia. Nada. Gaelan no sabía si preocuparse o mantenerse al margen. Hécate no solía dejarlo sin noticias por mucho tiempo, él tenía que estar al tanto de lo que ella pensaba, después de todo.
Miraba por el ventanal de la cafetería donde se encontraba, mentón apoyado en su mano. Ni siquiera tocó su orden de café helado, tan solo observaba hacia afuera como si la deidad fuera a aparecerse de repente frente a sus ojos.
Hacía un tiempo que estaba en silencio. Ninguna orden, ninguna presencia. Nada. Gaelan no sabía si preocuparse o mantenerse al margen. Hécate no solía dejarlo sin noticias por mucho tiempo, él tenía que estar al tanto de lo que ella pensaba, después de todo.
Miraba por el ventanal de la cafetería donde se encontraba, mentón apoyado en su mano. Ni siquiera tocó su orden de café helado, tan solo observaba hacia afuera como si la deidad fuera a aparecerse de repente frente a sus ojos.
Otro día tranquilo–tan tranquilo cómo podía ser estando en la neutralidad–esperando por alguna palabra de Hécate. Otra vez.
Hacía un tiempo que estaba en silencio. Ninguna orden, ninguna presencia. Nada. Gaelan no sabía si preocuparse o mantenerse al margen. Hécate no solía dejarlo sin noticias por mucho tiempo, él tenía que estar al tanto de lo que ella pensaba, después de todo.
Miraba por el ventanal de la cafetería donde se encontraba, mentón apoyado en su mano. Ni siquiera tocó su orden de café helado, tan solo observaba hacia afuera como si la deidad fuera a aparecerse de repente frente a sus ojos.
