La diosa observaba a Cerbero reposando en una esquina de los inmensos lugares del Inframundo. Ella había esperado pasar el día en los Campos Elíseos, pero quería ver cómo se encontraba el animal.

Sabía que seguramente Hades le castigaría, pero ella siempre había sentido cierta debilidad por Cerbero, y al parecer era recíproco, puesto que no tardó una de las cabezas en acercarse para poder recibir una caricia de la diosa de la primavera.

Con un suspiro, cruzó sus brazos mientras consideraba las opciones. Ahora la impresión que podía haber del Inframundo era de debilidad, pero nada más lejos de la realidad. ¿Acaso alguien podía afirmar haber recorrido todo el lugar y salir indemne?

Lo que sí tenía claro era que en la próxima visita de Hermes, intentaría descubrir como estaba la situación en el Olimpo. Y no sin antes hacer una visita a las erinias.