—¿Otra vez los hermanos Mauler? Evidentemente nunca aparecerán en público por haber descubierto la cura del cáncer, ¿verdad? —murmuró con visible descontento.

—Cecil —dijo mientras acercaba una mano al comunicador incrustado en su oído, conectándose directamente con el jefe del Pentágono.

—Avísale a Eve que no podré ayudarla ahora. Cuando termine con estos tipos me reuniré con ella. ¿Puedes hacer eso por mi, por favor? —hizo una pausa para esperar una respuesta. En pocos segundos, una sonrisa de lado se dibujó en su labio; la respuesta fue afirmativa.

—Gracias. Espero que ella pueda encargarse sola. Oye, hablamos después, Mark fuera —mientras el viento golpeaba su rostro en pleno descenso, Mark clavó la vista en sus objetivos. Ambos gemelos de complexión fornida cargaban armas pesadas y parecían bastante más hostiles de lo común; disparaban a la policía en plena calle, sin importarles la destrucción de los edificios cercanos; probablemente habían robado un objeto muy valioso y no pensaban entregarse fácilmente.

—Ok, esto será rápido... o eso espero