*Pensativa, se encuentra sentada ante la ventana, viendo como las gotas de lluvia se deslizan sobre el cristal. Ate suspira. Los recuerdos del Olimpo, tan lejanos, dulces y dolorosos a la vez. Aquel lugar hacia mucho que no era su hogar, parte de su familia la ignora y los pocos que la estiman, como su abuela Nyx, a penas coinciden con ellos. Pero el dolor y la tristeza inunda su corazón al recordar sus momentos con su primo Zagreo. Si su padre, Zeus, no la hubiera expulsado y prohibido al príncipe del inframundo buscarla, ahora serian marido y mujer, con hijos. Pero eso ya no iba a ocurrir, nunca pasaría algo así. Todo lo contrario. Jormun se sienta a su lado, dándole un beso en la frente y agarrándole una mano amorosamente. Ella lo mira a los ojos y sonríe. La serpiente de Midgard, no puede vivir sin ella y Ate sin él, pero ambos sabían que un día el Ragnarok los separarían físicamente, pero nunca sus almas, que entrelazadas, ni el más poderoso de los dioses podrá separar*
*Pensativa, se encuentra sentada ante la ventana, viendo como las gotas de lluvia se deslizan sobre el cristal. Ate suspira. Los recuerdos del Olimpo, tan lejanos, dulces y dolorosos a la vez. Aquel lugar hacia mucho que no era su hogar, parte de su familia la ignora y los pocos que la estiman, como su abuela Nyx, a penas coinciden con ellos. Pero el dolor y la tristeza inunda su corazón al recordar sus momentos con su primo Zagreo. Si su padre, Zeus, no la hubiera expulsado y prohibido al príncipe del inframundo buscarla, ahora serian marido y mujer, con hijos. Pero eso ya no iba a ocurrir, nunca pasaría algo así. Todo lo contrario. Jormun se sienta a su lado, dándole un beso en la frente y agarrándole una mano amorosamente. Ella lo mira a los ojos y sonríe. La serpiente de Midgard, no puede vivir sin ella y Ate sin él, pero ambos sabían que un día el Ragnarok los separarían físicamente, pero nunca sus almas, que entrelazadas, ni el más poderoso de los dioses podrá separar*
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