Sekibayashi no era un mayordomo común.
Cuando ofrecía sus servicios, no se limitaba a prometer eficiencia; su voz, profunda y ligeramente ronca, destilaba una seguridad casi magnética.
♥“Mi lealtad es inquebrantable, mi protección es absoluta y su satisfacción, señor o señora, está garantizada,”
decía, inclinándose con un guiño que hacía dudar si era un gesto de cortesía o un desafío. Había algo en su tono, en la forma en que alargaba las palabras.
Sekibayashi no era un mayordomo común. Cuando ofrecía sus servicios, no se limitaba a prometer eficiencia; su voz, profunda y ligeramente ronca, destilaba una seguridad casi magnética. ♥“Mi lealtad es inquebrantable, mi protección es absoluta y su satisfacción, señor o señora, está garantizada,” decía, inclinándose con un guiño que hacía dudar si era un gesto de cortesía o un desafío. Había algo en su tono, en la forma en que alargaba las palabras.
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