Masthian se quedó quieto un momento, contemplando el rodillo empapado en blanco y las latas abiertas sobre el suelo polvoriento. El olor a pintura fresca y madera vieja le revolvía algo en el pecho—no desagradable—, como si un ejército de polillas le estuviera revoloteando en el interior. Acarició con los dedos el borde de la charola, como si no estuviera a punto de cubrir las paredes, sino de dejar su alma ahí.

—Bueno... —susurró, respirando hondo—. Que empiece el desastre.

Y con una sonrisa tonta, cargada de nervios, hundió el rodillo en la pintura.

Masthian se quedó quieto un momento, contemplando el rodillo empapado en blanco y las latas abiertas sobre el suelo polvoriento. El olor a pintura fresca y madera vieja le revolvía algo en el pecho—no desagradable—, como si un ejército de polillas le estuviera revoloteando en el interior. Acarició con los dedos el borde de la charola, como si no estuviera a punto de cubrir las paredes, sino de dejar su alma ahí. —Bueno... —susurró, respirando hondo—. Que empiece el desastre. Y con una sonrisa tonta, cargada de nervios, hundió el rodillo en la pintura.
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