✦ Canciones para sanar ✦
El sonido tenue de las risas infantiles llenaba el pasillo principal del hospital pediátrico de Seúl, mezclándose con el aroma característico a desinfectante. Yunseok, vestido con elegancia sobria : un traje negro bien ajustado, camisa oscura de cuello alto con patrones sutiles y una cadena discreta asomando bajo el saco, avanzaba con paso tranquilo mientras cargaba una guitarra acústica bajo su brazo y un bloc de notas con sus letras en el bolsillo del pantalón. No estaba allí como acompañante, sino como "The Oracle of the Mirrors", el hombre que componía canciones para los olvidados, para aquellos que la sociedad solía mirar de reojo.
Había aceptado aquella invitación para cantar unas piezas acústicas para los niños hospitalizados, algo que hacía de manera privada y sin prensa. Aquella actividad era tan íntima como necesaria para él: sus letras cobraban vida cuando lograban sacar sonrisas en medio de la adversidad.
Al llegar a la sala designada, su mirada se posó en un joven de rostro dulce y expresión cansada pero radiante, rodeado de pequeños que parecían adorarlo. Vestía bata blanca, y había algo en su modo delicado de hablarles que le llamó la atención: su voz transmitía calidez pura, esa que no se podía fingir. Yunseok observó cómo se agachaba para atar el cordón del zapato de uno de los niños, sonriendo como si nada más en el mundo importara en ese instante.
Decidido, se acercó y carraspeó suavemente para llamar su atención.
—Buenas tardes!
saludó con una leve inclinación de cabeza, su tono bajo y cordial
—. Me llamo Yunseok Wang.
Una sonrisa sincera asomó en sus labios mientras sus ojos, cargados de un brillo tranquilo, lo evaluaban con curiosidad
—. No quiero interrumpir… pero, ¿puedo saber tu nombre?
Esperó su respuesta antes de continuar, acomodando la guitarra que llevaba en su estuche de cuero.
—Vine para el pequeño concierto benéfico… y, bueno, creo que voy a necesitar tu ayuda para coordinar un par de cosas. Aunque, honestamente...
añadió con un deje de humor suave
- parece que los niños ya te adoran lo suficiente como para ser mi mejor aliado aquí.
Su mirada descendió brevemente hacia uno de los pacientes que reía mientras tiraba suavemente de la bata del joven médico.
—Debo admitirlo, es raro ver a alguien con tanta luz en un lugar como este
comentó, en un tono casi reflexivo
—. ¿Siempre eres así de cercano con ellos?
Había aceptado aquella invitación para cantar unas piezas acústicas para los niños hospitalizados, algo que hacía de manera privada y sin prensa. Aquella actividad era tan íntima como necesaria para él: sus letras cobraban vida cuando lograban sacar sonrisas en medio de la adversidad.
Al llegar a la sala designada, su mirada se posó en un joven de rostro dulce y expresión cansada pero radiante, rodeado de pequeños que parecían adorarlo. Vestía bata blanca, y había algo en su modo delicado de hablarles que le llamó la atención: su voz transmitía calidez pura, esa que no se podía fingir. Yunseok observó cómo se agachaba para atar el cordón del zapato de uno de los niños, sonriendo como si nada más en el mundo importara en ese instante.
Decidido, se acercó y carraspeó suavemente para llamar su atención.
—Buenas tardes!
saludó con una leve inclinación de cabeza, su tono bajo y cordial
—. Me llamo Yunseok Wang.
Una sonrisa sincera asomó en sus labios mientras sus ojos, cargados de un brillo tranquilo, lo evaluaban con curiosidad
—. No quiero interrumpir… pero, ¿puedo saber tu nombre?
Esperó su respuesta antes de continuar, acomodando la guitarra que llevaba en su estuche de cuero.
—Vine para el pequeño concierto benéfico… y, bueno, creo que voy a necesitar tu ayuda para coordinar un par de cosas. Aunque, honestamente...
añadió con un deje de humor suave
- parece que los niños ya te adoran lo suficiente como para ser mi mejor aliado aquí.
Su mirada descendió brevemente hacia uno de los pacientes que reía mientras tiraba suavemente de la bata del joven médico.
—Debo admitirlo, es raro ver a alguien con tanta luz en un lugar como este
comentó, en un tono casi reflexivo
—. ¿Siempre eres así de cercano con ellos?
El sonido tenue de las risas infantiles llenaba el pasillo principal del hospital pediátrico de Seúl, mezclándose con el aroma característico a desinfectante. Yunseok, vestido con elegancia sobria : un traje negro bien ajustado, camisa oscura de cuello alto con patrones sutiles y una cadena discreta asomando bajo el saco, avanzaba con paso tranquilo mientras cargaba una guitarra acústica bajo su brazo y un bloc de notas con sus letras en el bolsillo del pantalón. No estaba allí como acompañante, sino como "The Oracle of the Mirrors", el hombre que componía canciones para los olvidados, para aquellos que la sociedad solía mirar de reojo.
Había aceptado aquella invitación para cantar unas piezas acústicas para los niños hospitalizados, algo que hacía de manera privada y sin prensa. Aquella actividad era tan íntima como necesaria para él: sus letras cobraban vida cuando lograban sacar sonrisas en medio de la adversidad.
Al llegar a la sala designada, su mirada se posó en un joven de rostro dulce y expresión cansada pero radiante, rodeado de pequeños que parecían adorarlo. Vestía bata blanca, y había algo en su modo delicado de hablarles que le llamó la atención: su voz transmitía calidez pura, esa que no se podía fingir. Yunseok observó cómo se agachaba para atar el cordón del zapato de uno de los niños, sonriendo como si nada más en el mundo importara en ese instante.
Decidido, se acercó y carraspeó suavemente para llamar su atención.
—Buenas tardes!
saludó con una leve inclinación de cabeza, su tono bajo y cordial
—. Me llamo Yunseok Wang.
Una sonrisa sincera asomó en sus labios mientras sus ojos, cargados de un brillo tranquilo, lo evaluaban con curiosidad
—. No quiero interrumpir… pero, ¿puedo saber tu nombre?
Esperó su respuesta antes de continuar, acomodando la guitarra que llevaba en su estuche de cuero.
—Vine para el pequeño concierto benéfico… y, bueno, creo que voy a necesitar tu ayuda para coordinar un par de cosas. Aunque, honestamente...
añadió con un deje de humor suave
- parece que los niños ya te adoran lo suficiente como para ser mi mejor aliado aquí.
Su mirada descendió brevemente hacia uno de los pacientes que reía mientras tiraba suavemente de la bata del joven médico.
—Debo admitirlo, es raro ver a alguien con tanta luz en un lugar como este
comentó, en un tono casi reflexivo
—. ¿Siempre eres así de cercano con ellos?
Tipo
Individual
Líneas
30
Estado
Disponible
2
turnos
0
maullidos