– "Tarde en Silencio"
El mundo allá afuera seguía girando, pero para Luna, la tarde parecía suspendida entre el calor de las cobijas y la quietud de sus pensamientos. Estaba recostada de lado, con el cabello enmarañado cayéndole sobre los hombros y las gafas apenas sosteniéndose sobre su nariz. La luz tenue que entraba por la ventana dibujaba sombras suaves sobre las paredes decoradas con nubes, como si el cielo intentara alcanzarla desde dentro de la habitación.
Tenía el rostro apoyado en la mano, en esa pose despreocupada que solo revela quien está cansado de fingir energía. Su camiseta ancha apenas dejaba ver algunos tatuajes marcados en su piel como huellas de todo lo que no decía. A su alrededor, el silencio era espeso. Casi cómodo. Solo interrumpido por el golpeteo sutil de su pie contra la sábana.
Luna no hacía nada. Y sin embargo, su mente no paraba.
Pensaba en lo que fue, en lo que no fue, y en lo que aún no se atrevía a desear. No quería hablar. No quería ser fuerte por un rato. Solo necesitaba este pequeño rincón, este descanso invisible donde podía dejar de interpretar un papel. Porque ahí, sola, nadie le pedía sonrisas. Nadie quería explicaciones.
Ahí, en su propio universo de sábanas arrugadas, Luna solo era ella.
El mundo allá afuera seguía girando, pero para Luna, la tarde parecía suspendida entre el calor de las cobijas y la quietud de sus pensamientos. Estaba recostada de lado, con el cabello enmarañado cayéndole sobre los hombros y las gafas apenas sosteniéndose sobre su nariz. La luz tenue que entraba por la ventana dibujaba sombras suaves sobre las paredes decoradas con nubes, como si el cielo intentara alcanzarla desde dentro de la habitación.
Tenía el rostro apoyado en la mano, en esa pose despreocupada que solo revela quien está cansado de fingir energía. Su camiseta ancha apenas dejaba ver algunos tatuajes marcados en su piel como huellas de todo lo que no decía. A su alrededor, el silencio era espeso. Casi cómodo. Solo interrumpido por el golpeteo sutil de su pie contra la sábana.
Luna no hacía nada. Y sin embargo, su mente no paraba.
Pensaba en lo que fue, en lo que no fue, y en lo que aún no se atrevía a desear. No quería hablar. No quería ser fuerte por un rato. Solo necesitaba este pequeño rincón, este descanso invisible donde podía dejar de interpretar un papel. Porque ahí, sola, nadie le pedía sonrisas. Nadie quería explicaciones.
Ahí, en su propio universo de sábanas arrugadas, Luna solo era ella.
– "Tarde en Silencio"
El mundo allá afuera seguía girando, pero para Luna, la tarde parecía suspendida entre el calor de las cobijas y la quietud de sus pensamientos. Estaba recostada de lado, con el cabello enmarañado cayéndole sobre los hombros y las gafas apenas sosteniéndose sobre su nariz. La luz tenue que entraba por la ventana dibujaba sombras suaves sobre las paredes decoradas con nubes, como si el cielo intentara alcanzarla desde dentro de la habitación.
Tenía el rostro apoyado en la mano, en esa pose despreocupada que solo revela quien está cansado de fingir energía. Su camiseta ancha apenas dejaba ver algunos tatuajes marcados en su piel como huellas de todo lo que no decía. A su alrededor, el silencio era espeso. Casi cómodo. Solo interrumpido por el golpeteo sutil de su pie contra la sábana.
Luna no hacía nada. Y sin embargo, su mente no paraba.
Pensaba en lo que fue, en lo que no fue, y en lo que aún no se atrevía a desear. No quería hablar. No quería ser fuerte por un rato. Solo necesitaba este pequeño rincón, este descanso invisible donde podía dejar de interpretar un papel. Porque ahí, sola, nadie le pedía sonrisas. Nadie quería explicaciones.
Ahí, en su propio universo de sábanas arrugadas, Luna solo era ella.

