Mika había estado fuera todo el día, había pasado su horario de trabajo hace horas y solo le había dicho a su prometido que llegaría tarde. Casualmente, el tío de los niños había ido a buscarlos para quedarse en casa de sus padres y Hee estaba sólo en la casa, sin señales de su novio.

Al rededor de las 11 de la noche y con un par de llamadas perdidas, Mika golpeó la puerta de su propia casa para obligar a su novio a bajar y abrir la puerta. Allí lo esperaba, de pie, arreglado y con un gran ramo de flores, dispuesto a recibir su merecido regaño, pero feliz, ya que hace mucho no tenían una noche de parejas.

- Tara~ ¿Me harías el honor de tener una cita conmigo?

Se lo preguntó con diversión y una actitud atrevida, para amortiguar un poco su enojo.

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