-Habían pasado días y mi instinto se activó. A pesar de no tener memoria, como dicen, los hábitos jamás se pierden. Vi un portal abierto; invadido por mi curiosidad, me introduje cayendo dentro del portal. Cuando desperté, estaba con el cuerpo mojado; el aroma a tierra mojada invadió mis sentidos. Veía mi entorno preguntándome dónde estaba hasta que escuché voces. Sin pensarlo dos veces, mi cuerpo se movió corriendo en dirección a donde provenían esas voces hasta que los vi. Con sigilo los observaba; uno de ellos tenía una cortada en su brazo. El aroma de su sangre me puso más alerta. Mi cuerpo poco a poco se empezaba a deformar y mis garras crecían poniéndose más afiladas. Cuando me di cuenta, estaba devorando restos de carne mutilados.-