La primera impresión de James Potter a Lily Evans (3er año en Hogwarts)


Era el regreso a clases, el Gran Comedor estaba ruidoso, como siempre. Un caos acogedor de risas, platos encantados y conversaciones sin sentido. Yo estaba en lo mío: un duelo de miradas con Sirius, quien pensaba que su pastel de calabaza era mejor que el mío.

—¡Ja! Cómo te atreves, iluso.

De pronto, las puertas del Gran Comedor se abrieron. De ellas surgió una pelirroja de pelo suelto y una sonrisa que parecía brillar más que los cielos encantados del techo. Ya la había visto un par de veces antes, pero no había tenido la oportunidad de hacerlo como hasta ahora.

Giré la cabeza, distraído. No fue una búsqueda consciente. Solo... la miré.

—No había notado lo hermosa que es Evans. ¿Cierto, Sirius? Debería hablarle... ¿Qué dices, amigo?

Volví la mirada a Sirius como para buscar un incentivo, aunque probablemente no lo necesitaba, pues él sabía que cuando algo me gustaba, no descansaría hasta obtenerlo.

Ella me generó en ese instante el tipo de curiosidad que solo mete a los chicos en problemas. Me crucé de brazos y volví a mirarla sin disimulo. No porque quisiera molestarla, sino porque quería entender qué era eso que me apretaba el pecho al momento de mirarla.

📜 La primera impresión de James Potter a Lily Evans (3er año en Hogwarts) Era el regreso a clases, el Gran Comedor estaba ruidoso, como siempre. Un caos acogedor de risas, platos encantados y conversaciones sin sentido. Yo estaba en lo mío: un duelo de miradas con Sirius, quien pensaba que su pastel de calabaza era mejor que el mío. —¡Ja! Cómo te atreves, iluso. De pronto, las puertas del Gran Comedor se abrieron. De ellas surgió una pelirroja de pelo suelto y una sonrisa que parecía brillar más que los cielos encantados del techo. Ya la había visto un par de veces antes, pero no había tenido la oportunidad de hacerlo como hasta ahora. Giré la cabeza, distraído. No fue una búsqueda consciente. Solo... la miré. —No había notado lo hermosa que es Evans. ¿Cierto, Sirius? Debería hablarle... ¿Qué dices, amigo? Volví la mirada a Sirius como para buscar un incentivo, aunque probablemente no lo necesitaba, pues él sabía que cuando algo me gustaba, no descansaría hasta obtenerlo. Ella me generó en ese instante el tipo de curiosidad que solo mete a los chicos en problemas. Me crucé de brazos y volví a mirarla sin disimulo. No porque quisiera molestarla, sino porque quería entender qué era eso que me apretaba el pecho al momento de mirarla.
Me gusta
2
0 turnos 0 maullidos
Patrocinados
Patrocinados