Me quito la camiseta despacio porque me duele todo el costado. Me arde. En cuanto la tela deja de rozarme, veo el morado que me dejó contra la silla cuando me empujó. Tengo otro en la cadera y un arañazo largo que aún sangra en el muslo. Me bajo un poco el pantalón para ver mejor. Hay marcas por todas partes, como si alguien hubiese querido borrarme con golpes. Me sostengo del lavabo porque me dan náuseas. Pero no por el dolor. Es por lo que hizo.

Cierro los ojos un momento y me viene esa imagen de nuevo. La peor. La que no puedo borrar. La que me parte la voz cada vez que intento pensar en otra cosa.

Sus manos bajándome la ropa interior. No del todo. Pero sí lo suficiente para rozarme. Lo hizo. Metió los dedos justo por el borde, como tanteando. Como si me conociera. Como si aún pensara que podía hacerme suya. Me paralicé. No pude gritar. No pude moverme. Solo me quedé ahí, temblando, esperando que no fuera más lejos. Su voz me decía que nadie iba a venir, que sabía cómo callarme, que siempre supe cómo obedecer.

Me miro otra vez. Siento asco. No solo por él. Por mí también. Por no haberlo detenido antes. Por no haberme defendido. Por haber sentido miedo otra vez como cuando tenía doce.

Aprieto los puños. Quiero arrancarme la piel. Pero no puedo. No me queda más que tragarme esta mierda y respirar.
Me quito la camiseta despacio porque me duele todo el costado. Me arde. En cuanto la tela deja de rozarme, veo el morado que me dejó contra la silla cuando me empujó. Tengo otro en la cadera y un arañazo largo que aún sangra en el muslo. Me bajo un poco el pantalón para ver mejor. Hay marcas por todas partes, como si alguien hubiese querido borrarme con golpes. Me sostengo del lavabo porque me dan náuseas. Pero no por el dolor. Es por lo que hizo. Cierro los ojos un momento y me viene esa imagen de nuevo. La peor. La que no puedo borrar. La que me parte la voz cada vez que intento pensar en otra cosa. Sus manos bajándome la ropa interior. No del todo. Pero sí lo suficiente para rozarme. Lo hizo. Metió los dedos justo por el borde, como tanteando. Como si me conociera. Como si aún pensara que podía hacerme suya. Me paralicé. No pude gritar. No pude moverme. Solo me quedé ahí, temblando, esperando que no fuera más lejos. Su voz me decía que nadie iba a venir, que sabía cómo callarme, que siempre supe cómo obedecer. Me miro otra vez. Siento asco. No solo por él. Por mí también. Por no haberlo detenido antes. Por no haberme defendido. Por haber sentido miedo otra vez como cuando tenía doce. Aprieto los puños. Quiero arrancarme la piel. Pero no puedo. No me queda más que tragarme esta mierda y respirar.
Me gusta
2
0 turnos 0 maullidos
Patrocinados
Patrocinados