#DespertarEnLaCasa

El murmullo no despertase, mas si apareciese en la casa, una habitación perfecta para él...

Una habitación que no respira...
Pero cada muro palpita.

Piedra húmeda… no por agua.
Grietas como venas.
No hay luz,
sólo el reflejo sordo de lo que alguna vez fue claro.
Una claridad que no alumbra,
pero tampoco deja escapar la sombra.

El centro… sí…
una mesa…
no para comer… ni para descansar…
Sino para sangrar en silencio.

Sobre ella, hojas.
Algunas aún empapadas de duda.
Otras a medio escribir...
Se escriben solas,
o quizás…
Es El murmullo el que las escribe.
No hay manos.
No hay tinta.
Sea pues la sangre del murmullo la que plasme las palabras

Una pluma… olvidada…
quebrada...
Pero aún ahí…
esperando.

Y los libros…
oh… los libros…
sus lomos duelen de tanto contener secretos.
No tienen títulos.
Porque lo que nombramos… escapa.
Y lo que olvidamos… queda.

Si abres uno,
hallaras no la historia de otro,
sino la propia.
pues es obvio quien está escribiendo...
Tú.

Un constructo de la mente del escriba.
Una ilusión hecha para el oyente.
Una habitación hecha para El Murmullo.

Y en la mente, escuchase los susurros...
—...shhh...
...no digas nada… escribe.—

Una nueva historia.
La emoción de escribir me carcome.
#DespertarEnLaCasa El murmullo no despertase, mas si apareciese en la casa, una habitación perfecta para él... Una habitación que no respira... Pero cada muro palpita. Piedra húmeda… no por agua. Grietas como venas. No hay luz, sólo el reflejo sordo de lo que alguna vez fue claro. Una claridad que no alumbra, pero tampoco deja escapar la sombra. El centro… sí… una mesa… no para comer… ni para descansar… Sino para sangrar en silencio. Sobre ella, hojas. Algunas aún empapadas de duda. Otras a medio escribir... Se escriben solas, o quizás… Es El murmullo el que las escribe. No hay manos. No hay tinta. Sea pues la sangre del murmullo la que plasme las palabras Una pluma… olvidada… quebrada... Pero aún ahí… esperando. Y los libros… oh… los libros… sus lomos duelen de tanto contener secretos. No tienen títulos. Porque lo que nombramos… escapa. Y lo que olvidamos… queda. Si abres uno, hallaras no la historia de otro, sino la propia. pues es obvio quien está escribiendo... Tú. Un constructo de la mente del escriba. Una ilusión hecha para el oyente. Una habitación hecha para El Murmullo. Y en la mente, escuchase los susurros... —...shhh... ...no digas nada… escribe.— Una nueva historia. La emoción de escribir me carcome.
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