— El jóven príncipe se había quedado con un mal sabor de boca desde la última vez que había estado en la estación, le había parecido que fue un poco grosero con aquel jóven que chocó con él. Se había pasado toda la tarde pensando en ello, ya que sus modales no le permitían quedar mal y ofender a nadie, siempre le habían dicho que eso no era lo que un príncipe debía hacer, y es que, a pesar de haber dejado su tierra, Sylhar jamás había renunciado a lo que realmente era.
A la mañana siguiente del incidente, al mirar por su balcón, se dió cuenta de que aquellas preciadas rosas que cultivaba, cuyas semillas había conseguido en algunos de sus viejes, había florecido y pensó que esa sería una disculpa ideal para un jovencito que amaba las flores.
Por la tarde buscó la tarjeta con la dirección de la florería, cortó un bello ramo de las rosas más lindas que había en la mata y se dirigió al lugar, quizá no podía darle una sonrisa, pero podía regalarle unas lindas rosas, con un aroma dulce que tal vez no tenía. —
Con permiso... Disculpa ¿ Kim Sun Hoo ?
— Entró al local preguntando por el jóven, no sonreía, pero intentó tener una mirada más amable. Se alegró un poco al mirar en los alrededores y notar que esa variedad de rosas no parecía estar en su tienda.—
A la mañana siguiente del incidente, al mirar por su balcón, se dió cuenta de que aquellas preciadas rosas que cultivaba, cuyas semillas había conseguido en algunos de sus viejes, había florecido y pensó que esa sería una disculpa ideal para un jovencito que amaba las flores.
Por la tarde buscó la tarjeta con la dirección de la florería, cortó un bello ramo de las rosas más lindas que había en la mata y se dirigió al lugar, quizá no podía darle una sonrisa, pero podía regalarle unas lindas rosas, con un aroma dulce que tal vez no tenía. —
Con permiso... Disculpa ¿ Kim Sun Hoo ?
— Entró al local preguntando por el jóven, no sonreía, pero intentó tener una mirada más amable. Se alegró un poco al mirar en los alrededores y notar que esa variedad de rosas no parecía estar en su tienda.—
— El jóven príncipe se había quedado con un mal sabor de boca desde la última vez que había estado en la estación, le había parecido que fue un poco grosero con aquel jóven que chocó con él. Se había pasado toda la tarde pensando en ello, ya que sus modales no le permitían quedar mal y ofender a nadie, siempre le habían dicho que eso no era lo que un príncipe debía hacer, y es que, a pesar de haber dejado su tierra, Sylhar jamás había renunciado a lo que realmente era.
A la mañana siguiente del incidente, al mirar por su balcón, se dió cuenta de que aquellas preciadas rosas que cultivaba, cuyas semillas había conseguido en algunos de sus viejes, había florecido y pensó que esa sería una disculpa ideal para un jovencito que amaba las flores.
Por la tarde buscó la tarjeta con la dirección de la florería, cortó un bello ramo de las rosas más lindas que había en la mata y se dirigió al lugar, quizá no podía darle una sonrisa, pero podía regalarle unas lindas rosas, con un aroma dulce que tal vez no tenía. —
Con permiso... Disculpa ¿ [shimmer_yellow_kangaroo_861] ?
— Entró al local preguntando por el jóven, no sonreía, pero intentó tener una mirada más amable. Se alegró un poco al mirar en los alrededores y notar que esa variedad de rosas no parecía estar en su tienda.—
