Lavanda Marchita en el Umbral
La habitación huele a libros viejos y lavanda podrida.
La ventana está entreabierta. El viento otoñal levanta las páginas de un grimorio abierto en el suelo, como si también él quisiera huir del peso de ese momento. Veridian está sentada en el rincón más oscuro del cuarto, con las piernas recogidas y las manos temblando sobre la tela de su vestido.
Tiene el rostro húmedo, pero no por la lluvia.
Llorar no estaba en su lista de hechizos del día. Pero pasó.
Como un conjuro sin control.
Como una runa grabada con rabia y ternura al mismo tiempo.
> — No fue su culpa.
Pero tampoco fue mía. — susurra, aunque nadie la escuche.
Sus dedos trazan el contorno de una flor seca entre las páginas de su libro favorito. Era de alguien más. Alguien que alguna vez la miró como si fuera luz. Pero nunca se acercó lo suficiente para quemarse.
> “Fui demasiado mágica para quedarme…
y demasiado humana para que me eligieran.”
Se ríe, entre dientes, mientras se limpia las lágrimas con las palmas de sus manos. No hay histeria. No hay gritos. Solo ese dolor elegante y venenoso que conocen las brujas que se enamoran sin promesa de retorno.
La habitación parpadea. Una vela se apaga sola.
Y Veridian se queda quieta.
No quiere que nadie la vea así.
Pero tampoco quiere estar sola.
Solo quiere que alguien —quien sea, por favor, que sea él—
le diga que ella no imaginó todo lo que sintió.
La ventana está entreabierta. El viento otoñal levanta las páginas de un grimorio abierto en el suelo, como si también él quisiera huir del peso de ese momento. Veridian está sentada en el rincón más oscuro del cuarto, con las piernas recogidas y las manos temblando sobre la tela de su vestido.
Tiene el rostro húmedo, pero no por la lluvia.
Llorar no estaba en su lista de hechizos del día. Pero pasó.
Como un conjuro sin control.
Como una runa grabada con rabia y ternura al mismo tiempo.
> — No fue su culpa.
Pero tampoco fue mía. — susurra, aunque nadie la escuche.
Sus dedos trazan el contorno de una flor seca entre las páginas de su libro favorito. Era de alguien más. Alguien que alguna vez la miró como si fuera luz. Pero nunca se acercó lo suficiente para quemarse.
> “Fui demasiado mágica para quedarme…
y demasiado humana para que me eligieran.”
Se ríe, entre dientes, mientras se limpia las lágrimas con las palmas de sus manos. No hay histeria. No hay gritos. Solo ese dolor elegante y venenoso que conocen las brujas que se enamoran sin promesa de retorno.
La habitación parpadea. Una vela se apaga sola.
Y Veridian se queda quieta.
No quiere que nadie la vea así.
Pero tampoco quiere estar sola.
Solo quiere que alguien —quien sea, por favor, que sea él—
le diga que ella no imaginó todo lo que sintió.
La habitación huele a libros viejos y lavanda podrida.
La ventana está entreabierta. El viento otoñal levanta las páginas de un grimorio abierto en el suelo, como si también él quisiera huir del peso de ese momento. Veridian está sentada en el rincón más oscuro del cuarto, con las piernas recogidas y las manos temblando sobre la tela de su vestido.
Tiene el rostro húmedo, pero no por la lluvia.
Llorar no estaba en su lista de hechizos del día. Pero pasó.
Como un conjuro sin control.
Como una runa grabada con rabia y ternura al mismo tiempo.
> — No fue su culpa.
Pero tampoco fue mía. — susurra, aunque nadie la escuche.
Sus dedos trazan el contorno de una flor seca entre las páginas de su libro favorito. Era de alguien más. Alguien que alguna vez la miró como si fuera luz. Pero nunca se acercó lo suficiente para quemarse.
> “Fui demasiado mágica para quedarme…
y demasiado humana para que me eligieran.”
Se ríe, entre dientes, mientras se limpia las lágrimas con las palmas de sus manos. No hay histeria. No hay gritos. Solo ese dolor elegante y venenoso que conocen las brujas que se enamoran sin promesa de retorno.
La habitación parpadea. Una vela se apaga sola.
Y Veridian se queda quieta.
No quiere que nadie la vea así.
Pero tampoco quiere estar sola.
Solo quiere que alguien —quien sea, por favor, que sea él—
le diga que ella no imaginó todo lo que sintió.
Tipo
Individual
Líneas
14
Estado
Disponible


