Debo confesar, el café es una perdición para mí. Me encanta desde su aroma a sus tan distintos gustos dependiendo del grano y de su origen. Lo disfruto dulce, un caliente espresso o frío en un refresco en verano. No es solamente la excusa para despertar en una mañana de flojera, es una deliciosa rutina, un ritual para empezar bien el día.
Debo confesar, el café es una perdición para mí. Me encanta desde su aroma a sus tan distintos gustos dependiendo del grano y de su origen. Lo disfruto dulce, un caliente espresso o frío en un refresco en verano. No es solamente la excusa para despertar en una mañana de flojera, es una deliciosa rutina, un ritual para empezar bien el día.
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