La campana de la entrada del restaurante tintineó suavemente mientras el bullicio del lugar seguía su curso. Kyu, vestido con una ropa elegante, equilibraba con precisión una bandeja con vasos mientras cruzaba entre las mesas. Sus pasos eran firmes, aunque se notaba en su rostro una mezcla de aburrimiento y resignación. Otro trabajo temporal. Otra fachada.
—Mesa tres… café y pastel de nuez —murmuró para sí, esquivando a un niño que corría detrás de una servilleta voladora.
Fue entonces cuando ocurrió.
El golpe no fue fuerte, pero sí lo suficiente para hacer que ambos tambalearan. La bandeja cayó al suelo con un estruendo y los vasos rodaron como pequeños cristales asustados.
Kyu parpadeó, sorprendido, luego bajó la mirada.
—Lo siento, no fue intencional, ¿nesecitas ayuda?—…
—Mesa tres… café y pastel de nuez —murmuró para sí, esquivando a un niño que corría detrás de una servilleta voladora.
Fue entonces cuando ocurrió.
El golpe no fue fuerte, pero sí lo suficiente para hacer que ambos tambalearan. La bandeja cayó al suelo con un estruendo y los vasos rodaron como pequeños cristales asustados.
Kyu parpadeó, sorprendido, luego bajó la mirada.
—Lo siento, no fue intencional, ¿nesecitas ayuda?—…
La campana de la entrada del restaurante tintineó suavemente mientras el bullicio del lugar seguía su curso. Kyu, vestido con una ropa elegante, equilibraba con precisión una bandeja con vasos mientras cruzaba entre las mesas. Sus pasos eran firmes, aunque se notaba en su rostro una mezcla de aburrimiento y resignación. Otro trabajo temporal. Otra fachada.
—Mesa tres… café y pastel de nuez —murmuró para sí, esquivando a un niño que corría detrás de una servilleta voladora.
Fue entonces cuando ocurrió.
El golpe no fue fuerte, pero sí lo suficiente para hacer que ambos tambalearan. La bandeja cayó al suelo con un estruendo y los vasos rodaron como pequeños cristales asustados.
Kyu parpadeó, sorprendido, luego bajó la mirada.
—Lo siento, no fue intencional, ¿nesecitas ayuda?—…
