@Andrés Minjae Lanzani

Habitación tenue, madrugada

—¿Sigues despierta, Lun? —pregunta Andrés en voz baja, apoyando su barbilla en su hombro mientras ella sostiene el libro.

Luna no responde de inmediato. Sus dedos pasan una página, pero sus ojos no se mueven.

—Sí… aunque no estoy leyendo realmente. Solo... estoy escuchando cómo respiras —susurra.

Andrés sonríe, casi imperceptible.

—¿Y eso es bueno o malo?

—Es lo único que me calma últimamente.

El silencio cae entre ellos como una sábana tibia. Él la abraza más fuerte, como si su piel pudiera absorber su tristeza. Luna se recuesta levemente contra su pecho, pero su mirada sigue fija en las palabras del libro que no puede entender en ese momento.

—¿Sabes qué es lo peor de todo esto? —dice ella.

—¿Qué?

—Que aún con todo lo que nos hacemos… no puedo dejar de amarte.

Andrés aprieta los labios, herido por la verdad.

—Luna…

—No digas nada. Solo... quédate.

Él asiente. No promete cambiar. No promete nada. Solo se queda. Porque a veces, quedarse es lo único que pueden hacer los que ya se han roto demasiado como para hablar.

El libro sigue abierto. Las palabras no importan.
Ya están escribiendo otra historia entre sus latidos.

@[solar_lavender_bull_118] Habitación tenue, madrugada —¿Sigues despierta, Lun? —pregunta Andrés en voz baja, apoyando su barbilla en su hombro mientras ella sostiene el libro. Luna no responde de inmediato. Sus dedos pasan una página, pero sus ojos no se mueven. —Sí… aunque no estoy leyendo realmente. Solo... estoy escuchando cómo respiras —susurra. Andrés sonríe, casi imperceptible. —¿Y eso es bueno o malo? —Es lo único que me calma últimamente. El silencio cae entre ellos como una sábana tibia. Él la abraza más fuerte, como si su piel pudiera absorber su tristeza. Luna se recuesta levemente contra su pecho, pero su mirada sigue fija en las palabras del libro que no puede entender en ese momento. —¿Sabes qué es lo peor de todo esto? —dice ella. —¿Qué? —Que aún con todo lo que nos hacemos… no puedo dejar de amarte. Andrés aprieta los labios, herido por la verdad. —Luna… —No digas nada. Solo... quédate. Él asiente. No promete cambiar. No promete nada. Solo se queda. Porque a veces, quedarse es lo único que pueden hacer los que ya se han roto demasiado como para hablar. El libro sigue abierto. Las palabras no importan. Ya están escribiendo otra historia entre sus latidos.
Me entristece
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