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Fandom Kuroshitsuji, Era Victoriana
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Tras casi nueve años viviendo en Inglaterra se había amoldado a las costumbres locales, a las cinco en punto, ni un minuto más ni un minuto menos, sonaba el reloj de cuco para dar paso a la hora del té.

Aquella tarde Wolfram le había preparado en el jardín de la mansión una merienda digna de alguien como ella, lo cierto es que agradecía que Wolfram también se hubiera adaptado a aquellas costumbres pues iba a ser un problema que se mostrasen "demasiado alemanes" tras tanto tiempo allí.

– ๐น๐‘Ÿ๐‘Žฬˆ๐‘ข๐‘™๐‘’๐‘–๐‘›, ha llegado una carta para usted.

Resonó la voz de Wolfram que le ofrecía una carta a la señora de la casa, Sully abrió el sobrecito y comenzó a leer en voz alta, pued nada tenía que ocultarle al mayordomo.

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Sully resopló mirando la letra, la cual sabía a la perfección de quien era, no era que le molestase que alguien se preocupara por el estado de sus pies y sus piernas, era que sabía demasiado bien que no había mucho que hacer para "solucionar aquello", sencillamente tendría que mejorar sus prótesis y ya está.

Wolfram, visiblemente dolido y angustiado por la carta evitaba mirar a su ama.

– Wolfram.
Dijo Sully con una pequeña sonrisa en los labios.

– No pasa nada, no fue culpa tuya ¿Vale? Así que borra esa cara de amargura y ven a merendar conmigo, seguro que te has esforzado demasiado para la merienda de hoy.

Explicaba Sully, Wolfram abrió la boca para contestar a su ama pero una sirvienta apareció en el jardín, había corrido por toda la mansión hasta encontrarles.

– Señorita... Tiene... Visita...

Dijo casi sin aire la pobre sirvienta, Sully que casi pensó que la pobre se desmayaría en aquel lugar se puso en pie, pero Wolfram fue más rápido, tomó la mano de la criada y colocó otra de sus manos en la cintura.

– Tranquilizate, dile a esa visita que pase, Wolfram. Y tu ve a descansar.

Ordenó la dueña de la mansión Sullivan, mientras que Wolfram acompañaba a la sirvienta al interior de la mansión para seguidamente hacer pasar a los invitados y llevarlos hasta el lugar en el que Sully tomaba el té.
Tras casi nueve años viviendo en Inglaterra se había amoldado a las costumbres locales, a las cinco en punto, ni un minuto más ni un minuto menos, sonaba el reloj de cuco para dar paso a la hora del té. Aquella tarde Wolfram le había preparado en el jardín de la mansión una merienda digna de alguien como ella, lo cierto es que agradecía que Wolfram también se hubiera adaptado a aquellas costumbres pues iba a ser un problema que se mostrasen "demasiado alemanes" tras tanto tiempo allí. – ๐น๐‘Ÿ๐‘Žฬˆ๐‘ข๐‘™๐‘’๐‘–๐‘›, ha llegado una carta para usted. Resonó la voz de Wolfram que le ofrecía una carta a la señora de la casa, Sully abrió el sobrecito y comenzó a leer en voz alta, pued nada tenía que ocultarle al mayordomo. " ๐‘„๐‘ข๐‘’๐‘Ÿ๐‘–๐‘‘๐‘Ž ๐‘Ž๐‘š๐‘–๐‘”๐‘Ž ๐‘†๐‘ข๐‘™๐‘™๐‘ฆ, ๐‘‡๐‘’ ๐‘’๐‘ ๐‘๐‘Ÿ๐‘–๐‘๐‘œ ๐‘๐‘Ž๐‘Ÿ๐‘Ž ๐‘–๐‘›๐‘“๐‘œ๐‘Ÿ๐‘š๐‘Ž๐‘Ÿ๐‘ก๐‘’ ๐‘ž๐‘ข๐‘’ ๐‘š๐‘’ ๐‘”๐‘ข๐‘ ๐‘ก๐‘Ž๐‘Ÿ๐œ„ฬ๐‘Ž ๐‘ฃ๐‘’๐‘Ÿ๐‘›๐‘œ๐‘  ๐‘๐‘ข๐‘Ž๐‘›๐‘ก๐‘œ ๐‘Ž๐‘›๐‘ก๐‘’๐‘ , ๐˜ฉ๐‘’ ๐‘’๐‘›๐‘๐‘œ๐‘›๐‘ก๐‘Ÿ๐‘Ž๐‘‘๐‘œ ๐‘ข๐‘› ๐‘š๐‘’ฬ๐‘‘๐‘–๐‘๐‘œ ๐‘’๐‘› ๐‘š๐‘–๐‘  ๐‘ฃ๐‘–๐‘Ž๐‘—๐‘’๐‘  ๐‘ž๐‘ข๐‘’ ๐‘๐‘œ๐‘‘๐‘Ÿ๐œ„ฬ๐‘Ž ๐‘Ž๐‘ฆ๐‘ข๐‘‘๐‘Ž๐‘Ÿ๐‘ก๐‘’ ๐‘๐‘œ๐‘› ๐‘’๐‘™ ๐‘‘๐‘œ๐‘™๐‘œ๐‘Ÿ ๐‘‘๐‘’ ๐‘ก๐‘ข๐‘  ๐‘๐‘–๐‘’๐‘Ÿ๐‘›๐‘Ž๐‘ . ๐ด๐‘ก๐‘’๐‘›๐‘ก๐‘Ž๐‘š๐‘’๐‘›๐‘ก๐‘’: ๐ธ. ๐‘€" Sully resopló mirando la letra, la cual sabía a la perfección de quien era, no era que le molestase que alguien se preocupara por el estado de sus pies y sus piernas, era que sabía demasiado bien que no había mucho que hacer para "solucionar aquello", sencillamente tendría que mejorar sus prótesis y ya está. Wolfram, visiblemente dolido y angustiado por la carta evitaba mirar a su ama. – Wolfram. Dijo Sully con una pequeña sonrisa en los labios. – No pasa nada, no fue culpa tuya ¿Vale? Así que borra esa cara de amargura y ven a merendar conmigo, seguro que te has esforzado demasiado para la merienda de hoy. Explicaba Sully, Wolfram abrió la boca para contestar a su ama pero una sirvienta apareció en el jardín, había corrido por toda la mansión hasta encontrarles. – Señorita... Tiene... Visita... Dijo casi sin aire la pobre sirvienta, Sully que casi pensó que la pobre se desmayaría en aquel lugar se puso en pie, pero Wolfram fue más rápido, tomó la mano de la criada y colocó otra de sus manos en la cintura. – Tranquilizate, dile a esa visita que pase, Wolfram. Y tu ve a descansar. Ordenó la dueña de la mansión Sullivan, mientras que Wolfram acompañaba a la sirvienta al interior de la mansión para seguidamente hacer pasar a los invitados y llevarlos hasta el lugar en el que Sully tomaba el té.
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