Aidguar y el Fulgor del Juicio
Categoría Acción
Aidguar Drakona

La brisa era densa y a lo lejos, las nubes parecían girar sobre sí mismas anunciando la cercanía de un vórtice elemental. Miyabi se detuvo en seco en lo alto de la colina envuelta en su capa mientras su cabello oscuro ondeaba como seda al viento. En su mano derecha, un pequeño mapa trazado a mano y marcado con tinta roja: "El Fragmento del Juicio".

Frente a ella, más allá del abismo de piedra y raíces, yacía la Garganta de Aidguar, un valle quebrado y olvidado por el tiempo donde según antiguos escritos un artefacto elemental dormía bajo la vigilancia de una criatura que habian dicho era imposible.

Miyabi descendió sin titubear, deslizándose entre formaciones rocosas hasta alcanzar la base del valle. El lugar estaba impregnado de una energía cálida y palpitante, como si el suelo respirara. Fue entonces cuando escuchó un zumbido suave, acompañado de una torpe melodía tarareada sin ritmo alguno.

Giró la cabeza con cautela, la mano ya rozando la empuñadura de su naginata ceremonial hasta que divisó a Aidguar.

En su forma reducida no superaba los dos metros de altura pero aún así su presencia ocupaba el claro como si fuese una montaña encarnada. Parecia estar agachado de espaldas intentando colocar cuidadosamente unas flores silvestres alrededor de una roca que resplandecía con un fulgor anaranjado. Miyabi lo observó por un instante. No era lo que esperaba de un guardían ancestral, nada de fuego o escamas relucientes ni rugidos imponentes. Solo una criatura inmensa con ojos blancos y redondos que parecia hablar consigo mismo como un niño regañado por su propia torpeza.

—Hola . Soy Miyabi y necesito el artefacto ígneo que proteges o que me lo prestes un momento o al menos una parte de él... —dijo finalmente Miyabi, con tono firme aunque sabría que posiblemente no sería tan fácil.
[shade_titanium_whale_983] La brisa era densa y a lo lejos, las nubes parecían girar sobre sí mismas anunciando la cercanía de un vórtice elemental. Miyabi se detuvo en seco en lo alto de la colina envuelta en su capa mientras su cabello oscuro ondeaba como seda al viento. En su mano derecha, un pequeño mapa trazado a mano y marcado con tinta roja: "El Fragmento del Juicio". Frente a ella, más allá del abismo de piedra y raíces, yacía la Garganta de Aidguar, un valle quebrado y olvidado por el tiempo donde según antiguos escritos un artefacto elemental dormía bajo la vigilancia de una criatura que habian dicho era imposible. Miyabi descendió sin titubear, deslizándose entre formaciones rocosas hasta alcanzar la base del valle. El lugar estaba impregnado de una energía cálida y palpitante, como si el suelo respirara. Fue entonces cuando escuchó un zumbido suave, acompañado de una torpe melodía tarareada sin ritmo alguno. Giró la cabeza con cautela, la mano ya rozando la empuñadura de su naginata ceremonial hasta que divisó a Aidguar. En su forma reducida no superaba los dos metros de altura pero aún así su presencia ocupaba el claro como si fuese una montaña encarnada. Parecia estar agachado de espaldas intentando colocar cuidadosamente unas flores silvestres alrededor de una roca que resplandecía con un fulgor anaranjado. Miyabi lo observó por un instante. No era lo que esperaba de un guardían ancestral, nada de fuego o escamas relucientes ni rugidos imponentes. Solo una criatura inmensa con ojos blancos y redondos que parecia hablar consigo mismo como un niño regañado por su propia torpeza. —Hola . Soy Miyabi y necesito el artefacto ígneo que proteges o que me lo prestes un momento o al menos una parte de él... —dijo finalmente Miyabi, con tono firme aunque sabría que posiblemente no sería tan fácil.
Tipo
Grupal
Líneas
10
Estado
Disponible
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