Sé que comienza una nueva vida. Sé que, por ahora, estoy segura... pero no sé qué tan ciertas sean esas palabras, he decidido unirme a la Hermandad Oscura, he decidido servirles... Pero... ¿a qué costo?

Mi vida se divide entre entrenamientos y maternidad.
Mia crece hermosa, inocente.

Yo...
Ya ni siquiera reconozco quién soy.

A veces soy esa Kari que servía tragos y comida, que sonreía feliz, que era alguien. Otras, soy una sombra. Una que las doctrinas de la Hermandad moldean a su antojo, y, en ocasiones, solo soy una madre. Una que olvida todo al mirar a su hija: esa sonrisa, esas manitas torpes y juguetonas que me devuelven la vida...

Tal vez soy todas...
O tal vez... ninguna.

Mi ritual de iniciación, mi primer contrato. Dioses... a veces quisiera olvidarlo, a veces no porque me recuerda por qué estoy aquí.

Era un mercader corrupto, con enemigos por todas partes.

El ritual fue realizado.
La Madre Impía aceptó.

Era medianoche, estaba lista, mis manos temblaban; jamás había hecho algo así.

Quería huir, buscar otra salida, pero recordé aquellos meses de sufrimiento antes de que la Hermandad me acogiera.
Recordé cómo Mia crecía bajo techo, con comida…

No dudé...
Fue rápido... Silencioso.

Cuando volví a Cheydinhal, algo dentro de mí se había roto.

Kari, la sonriente, había muerto…
...y nació Kari, la Dama del Silencio.
Sé que comienza una nueva vida. Sé que, por ahora, estoy segura... pero no sé qué tan ciertas sean esas palabras, he decidido unirme a la Hermandad Oscura, he decidido servirles... Pero... ¿a qué costo? Mi vida se divide entre entrenamientos y maternidad. Mia crece hermosa, inocente. Yo... Ya ni siquiera reconozco quién soy. A veces soy esa Kari que servía tragos y comida, que sonreía feliz, que era alguien. Otras, soy una sombra. Una que las doctrinas de la Hermandad moldean a su antojo, y, en ocasiones, solo soy una madre. Una que olvida todo al mirar a su hija: esa sonrisa, esas manitas torpes y juguetonas que me devuelven la vida... Tal vez soy todas... O tal vez... ninguna. Mi ritual de iniciación, mi primer contrato. Dioses... a veces quisiera olvidarlo, a veces no porque me recuerda por qué estoy aquí. Era un mercader corrupto, con enemigos por todas partes. El ritual fue realizado. La Madre Impía aceptó. Era medianoche, estaba lista, mis manos temblaban; jamás había hecho algo así. Quería huir, buscar otra salida, pero recordé aquellos meses de sufrimiento antes de que la Hermandad me acogiera. Recordé cómo Mia crecía bajo techo, con comida… No dudé... Fue rápido... Silencioso. Cuando volví a Cheydinhal, algo dentro de mí se había roto. Kari, la sonriente, había muerto… ...y nació Kari, la Dama del Silencio.
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