Miya 雅 星美

Lumiere ─ Dos días después del «Gommage»


La mirada del hombre estaba fija en la mujer que le acompañaba. Eran las 18:00 horas según el reloj en su bolsillo, el cuál miró tras un momento de meditación entre diálogos.

─Pienso que hay verdad en sus palabras, mon amie. Creo que usted ya está decidida plenamente. ¿Quién soy yo para negarme? ─ dijo en negación, pero en su rostro se dibujaba una sonrisa.
─ Muy bien, mon amie. Lo primero será ir con los expedicionarios para enlistarse. Según escuché, la próxima expedición saldrá en dos días.

El hombre movió la cabeza en solicitando que le siguiera y comenzó a caminar en dirección al lado oeste del muelle.

─ Unos minutos después ─

Llegaron al desembarco del muelle, dónde había una cantidad considerable de personas reunidas con ropajes de color negro, ataviados con un brazalete de tela en el bíceps con el número 33 bordado en dorado. Todos lucían muy jóvenes y alguno que otro mayor a los 30 años.
Estaban platicando en grupos, algunos en solitario reflexivos, otros dando indicaciones, pero lo más llamativo era el navío de madera anclado en el muelle, con velas blancas.

Verso se adelantó a hablar con un hombre de «color», quien rápidamente estrechó su mano. Tras unos instantes de plática, el otro hombre dedicó la mirada a la mujer.

─ Venga, mon amie ─ acompañó la frase con un ademán.
[Miya011] Lumiere ─ Dos días después del «Gommage» La mirada del hombre estaba fija en la mujer que le acompañaba. Eran las 18:00 horas según el reloj en su bolsillo, el cuál miró tras un momento de meditación entre diálogos. ─Pienso que hay verdad en sus palabras, mon amie. Creo que usted ya está decidida plenamente. ¿Quién soy yo para negarme? ─ dijo en negación, pero en su rostro se dibujaba una sonrisa. ─ Muy bien, mon amie. Lo primero será ir con los expedicionarios para enlistarse. Según escuché, la próxima expedición saldrá en dos días. El hombre movió la cabeza en solicitando que le siguiera y comenzó a caminar en dirección al lado oeste del muelle. ─ Unos minutos después ─ Llegaron al desembarco del muelle, dónde había una cantidad considerable de personas reunidas con ropajes de color negro, ataviados con un brazalete de tela en el bíceps con el número 33 bordado en dorado. Todos lucían muy jóvenes y alguno que otro mayor a los 30 años. Estaban platicando en grupos, algunos en solitario reflexivos, otros dando indicaciones, pero lo más llamativo era el navío de madera anclado en el muelle, con velas blancas. Verso se adelantó a hablar con un hombre de «color», quien rápidamente estrechó su mano. Tras unos instantes de plática, el otro hombre dedicó la mirada a la mujer. ─ Venga, mon amie ─ acompañó la frase con un ademán.
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