Fue a un cosplay café y le pidió a las chicas que le enseñaran a maquillarse.
En lugar de burlas, Kenzo se convirtió en la sensación, tenía a tres chicas arreglándole, una haciendo su maquillaje, otra colocándole extensiones en su cabello y otra más haciéndole las uñas.
Nadie se iba a imaginer que eso era un hombre que brincaba con los gatos por el tejado y robaba carteras de pervertidos.
En lugar de burlas, Kenzo se convirtió en la sensación, tenía a tres chicas arreglándole, una haciendo su maquillaje, otra colocándole extensiones en su cabello y otra más haciéndole las uñas.
Nadie se iba a imaginer que eso era un hombre que brincaba con los gatos por el tejado y robaba carteras de pervertidos.
Fue a un cosplay café y le pidió a las chicas que le enseñaran a maquillarse.
En lugar de burlas, Kenzo se convirtió en la sensación, tenía a tres chicas arreglándole, una haciendo su maquillaje, otra colocándole extensiones en su cabello y otra más haciéndole las uñas.
Nadie se iba a imaginer que eso era un hombre que brincaba con los gatos por el tejado y robaba carteras de pervertidos.
