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·!¦[· El Lado Oscuro del Caos ·]¦!·

Es la primera vez que visita esta dimensión, pero apenas aparece se da cuenta de que algo anda mal. Al parecer, la misma está sufriendo un cambio radical que, pensándolo bien, explica perfectamente la angustia que sintió Añil.

Intenta caminar para recorrer un poco más de los alrededores, pero se sorprende al sentirse fijado al piso sin que pueda dar un solo paso adelante. Cae de bruces, en medio de un denso bosque de árboles grisáceos. Cuando se gira para echarse un vistazo en busca de comprobar qué es lo que le detiene, se asombra al verse carente de piernas y que, en su lugar, posee la mitad del cuerpo como el de una serpiente de lustrosas escamas negras y azuladas. Sonríe, porque le encanta.

Habiendo comprendido que lo suyo en esta dimensión no es caminar, sino reptar, se desliza entre la ceniza que cubre el suelo y se dirige hacia lo único que ve en el horizonte que no es parte de las copas decaídas de los tenebrosos árboles: un castillo oscuro.

O los cimientos de este, pues, al acercarse más, se da cuenta de que parece estar recién formándose. Las agujas crecen en el cielo altas y puntiagudas frente a sus ojos, las paredes se van conformando poco a poco. Detiene su avance con la intención de guardar distancia para no interrumpir el proceso creativo ni acabar justo con un muro apareciéndole bajo de él, pero es demasiado tarde. Se encuentra sobre el piso del castillo y a su frente, a unos treinta metros de distancia, está la puerta de entrada.
Sus agudos sentidos oyen voces, pasos, un grupo de entidades acercándose, una de ellas especialmente familiar...
·!¦[· https://ficrol.com/posts/27412 — Prev. con [Adda] ·]¦!· ·!¦[· El Lado Oscuro del Caos ·]¦!· Es la primera vez que visita esta dimensión, pero apenas aparece se da cuenta de que algo anda mal. Al parecer, la misma está sufriendo un cambio radical que, pensándolo bien, explica perfectamente la angustia que sintió Añil. Intenta caminar para recorrer un poco más de los alrededores, pero se sorprende al sentirse fijado al piso sin que pueda dar un solo paso adelante. Cae de bruces, en medio de un denso bosque de árboles grisáceos. Cuando se gira para echarse un vistazo en busca de comprobar qué es lo que le detiene, se asombra al verse carente de piernas y que, en su lugar, posee la mitad del cuerpo como el de una serpiente de lustrosas escamas negras y azuladas. Sonríe, porque le encanta. Habiendo comprendido que lo suyo en esta dimensión no es caminar, sino reptar, se desliza entre la ceniza que cubre el suelo y se dirige hacia lo único que ve en el horizonte que no es parte de las copas decaídas de los tenebrosos árboles: un castillo oscuro. O los cimientos de este, pues, al acercarse más, se da cuenta de que parece estar recién formándose. Las agujas crecen en el cielo altas y puntiagudas frente a sus ojos, las paredes se van conformando poco a poco. Detiene su avance con la intención de guardar distancia para no interrumpir el proceso creativo ni acabar justo con un muro apareciéndole bajo de él, pero es demasiado tarde. Se encuentra sobre el piso del castillo y a su frente, a unos treinta metros de distancia, está la puerta de entrada. Sus agudos sentidos oyen voces, pasos, un grupo de entidades acercándose, una de ellas especialmente familiar...
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