·!¦[· El Lado Oscuro del Caos ·]¦!·
·!¦[· Introducción ·]¦!·

Mientras llenaba bol tras bol de sus gatos con suculentos trocitos de carne de pescado fresca, cortada al estilo sashimi, Añil sintió el llamado de una profunda angustia proveniente de una dimensión en particular. Era una angustia intensa, afilada, oscura y profunda, era esa clase de angustia que precede a la desesperación. Era esa clase de angustia señal de que se avecina la muerte.

Cualquier muerte puede ser cualquiera para un ser más antiguo que el tiempo mismo y que, en suma, las ha presenciado de todas las clases. Pero estas muertes eran especiales, eran ocasionales, se suponía que no debían ocurrir.
Pero ahí estaban, amenazantes, aún pese a que no debían suceder. Y no eran pocas, eran muchas almas que clamaban por alguna explicación, al menos, frente a la inverosímil desesperanza que les asolaba.

Añil apura el paso mientras avanza a través de la biblioteca en dirección hacia una gran puerta, pesada y adornada, ubicada al final del todo y que le abre camino hacia unas escaleras de caracol que se hunden en los cimientos.
Para cuando ha atravesado la puerta, la apariencia de Añil se ha vuelto difusa, más oscura aunque sus ojos brillan con luz tenue. Se lanza al vacío abismo que circundan las escaleras y mientras cae, su forma muta a la de una criatura de sombras y brillos estelares al azar que flota ingrávida, descendiendo suavemente en la oscuridad.
·!¦[· El Lado Oscuro del Caos ·]¦!· ·!¦[· Introducción ·]¦!· Mientras llenaba bol tras bol de sus gatos con suculentos trocitos de carne de pescado fresca, cortada al estilo sashimi, Añil sintió el llamado de una profunda angustia proveniente de una dimensión en particular. Era una angustia intensa, afilada, oscura y profunda, era esa clase de angustia que precede a la desesperación. Era esa clase de angustia señal de que se avecina la muerte. Cualquier muerte puede ser cualquiera para un ser más antiguo que el tiempo mismo y que, en suma, las ha presenciado de todas las clases. Pero estas muertes eran especiales, eran ocasionales, se suponía que no debían ocurrir. Pero ahí estaban, amenazantes, aún pese a que no debían suceder. Y no eran pocas, eran muchas almas que clamaban por alguna explicación, al menos, frente a la inverosímil desesperanza que les asolaba. Añil apura el paso mientras avanza a través de la biblioteca en dirección hacia una gran puerta, pesada y adornada, ubicada al final del todo y que le abre camino hacia unas escaleras de caracol que se hunden en los cimientos. Para cuando ha atravesado la puerta, la apariencia de Añil se ha vuelto difusa, más oscura aunque sus ojos brillan con luz tenue. Se lanza al vacío abismo que circundan las escaleras y mientras cae, su forma muta a la de una criatura de sombras y brillos estelares al azar que flota ingrávida, descendiendo suavemente en la oscuridad.
0 turnos 0 maullidos 590 vistas
Patrocinados
Patrocinados