Corazón de Umbra, ecos del abismo: la sabia, el mago y el loto carmesí.
Tascio A Echeverri
Ozen La Inamovible
La luz del crepúsculo apenas se filtraba a través del follaje enredado del último tramo antes del despeñadero. El aire, espeso con aroma a humedad y ecos de profundidad insondable, vibraba con una extraña tensión. Tascio parecia estar ocupado ajustando las correas de su morral o comiendose algunas de las últimas galletas que les quedaban mientras Miyabi silenciosa como una sombra se detuvo unos pasos más adelante, sus ojos fijos en una figura sentada en una roca cubierta de musgo púrpura, al borde mismo de la grieta.
Allí estaba Ozen, una anciana de espaldas encorvadas y manos huesudas vestida con lo que parecia jirones de un traje de exploradora que decia a gritos soy más parte del abismo que de la superficie. Su cabello blanco daba la apariencia de estar trenzado con fragmentos de huesos pequeños, tal vez humanos, tal vez no. Y su mirada cuando levantó el rostro hacia ellos reflejaba la de alguien que había caminado en círculos dentro de su propia muerte y regresado sin pedir permiso.
Miyabi dio un paso al frente sonriendo sin miedo y de manera cordial, de cierta forma la anciana le recordaba en algo a la señorita Ronwell aunque sin el olor a galletas o estofado.
—Buenos días amable señora, buscamos el Corazón de Umbra —dijo, sin rodeos—. Pensamos que usted tal vez descendió lo bastante para hallarlo o para oír su latido...¿tal vez sabe como llegar a Vel’Hareth y a los filos de los nichos de los Túmulos Oscuros?
**Se decia que el corazón de Umbra se encontraba más allá del sexto velo de presión. Donde ni la carne ni la fe sobreviven, un lugar custodiado por los Susurrantes, entes de sombra viva que no hablan pero escuchan y responden dentro de tu cráneo, un lugar donde las capas de presión devoraban la carne con calor y las venas colapsabann. Estaba lleno de criaturas ciegas que solo veian con la memoria del abismo...**
Ozen La Inamovible
La luz del crepúsculo apenas se filtraba a través del follaje enredado del último tramo antes del despeñadero. El aire, espeso con aroma a humedad y ecos de profundidad insondable, vibraba con una extraña tensión. Tascio parecia estar ocupado ajustando las correas de su morral o comiendose algunas de las últimas galletas que les quedaban mientras Miyabi silenciosa como una sombra se detuvo unos pasos más adelante, sus ojos fijos en una figura sentada en una roca cubierta de musgo púrpura, al borde mismo de la grieta.
Allí estaba Ozen, una anciana de espaldas encorvadas y manos huesudas vestida con lo que parecia jirones de un traje de exploradora que decia a gritos soy más parte del abismo que de la superficie. Su cabello blanco daba la apariencia de estar trenzado con fragmentos de huesos pequeños, tal vez humanos, tal vez no. Y su mirada cuando levantó el rostro hacia ellos reflejaba la de alguien que había caminado en círculos dentro de su propia muerte y regresado sin pedir permiso.
Miyabi dio un paso al frente sonriendo sin miedo y de manera cordial, de cierta forma la anciana le recordaba en algo a la señorita Ronwell aunque sin el olor a galletas o estofado.
—Buenos días amable señora, buscamos el Corazón de Umbra —dijo, sin rodeos—. Pensamos que usted tal vez descendió lo bastante para hallarlo o para oír su latido...¿tal vez sabe como llegar a Vel’Hareth y a los filos de los nichos de los Túmulos Oscuros?
**Se decia que el corazón de Umbra se encontraba más allá del sexto velo de presión. Donde ni la carne ni la fe sobreviven, un lugar custodiado por los Susurrantes, entes de sombra viva que no hablan pero escuchan y responden dentro de tu cráneo, un lugar donde las capas de presión devoraban la carne con calor y las venas colapsabann. Estaba lleno de criaturas ciegas que solo veian con la memoria del abismo...**
[demon_of_spirits]
[Ozen_The_Inmovable]
La luz del crepúsculo apenas se filtraba a través del follaje enredado del último tramo antes del despeñadero. El aire, espeso con aroma a humedad y ecos de profundidad insondable, vibraba con una extraña tensión. Tascio parecia estar ocupado ajustando las correas de su morral o comiendose algunas de las últimas galletas que les quedaban mientras Miyabi silenciosa como una sombra se detuvo unos pasos más adelante, sus ojos fijos en una figura sentada en una roca cubierta de musgo púrpura, al borde mismo de la grieta.
Allí estaba Ozen, una anciana de espaldas encorvadas y manos huesudas vestida con lo que parecia jirones de un traje de exploradora que decia a gritos soy más parte del abismo que de la superficie. Su cabello blanco daba la apariencia de estar trenzado con fragmentos de huesos pequeños, tal vez humanos, tal vez no. Y su mirada cuando levantó el rostro hacia ellos reflejaba la de alguien que había caminado en círculos dentro de su propia muerte y regresado sin pedir permiso.
Miyabi dio un paso al frente sonriendo sin miedo y de manera cordial, de cierta forma la anciana le recordaba en algo a la señorita Ronwell aunque sin el olor a galletas o estofado.
—Buenos días amable señora, buscamos el Corazón de Umbra —dijo, sin rodeos—. Pensamos que usted tal vez descendió lo bastante para hallarlo o para oír su latido...¿tal vez sabe como llegar a Vel’Hareth y a los filos de los nichos de los Túmulos Oscuros?
**Se decia que el corazón de Umbra se encontraba más allá del sexto velo de presión. Donde ni la carne ni la fe sobreviven, un lugar custodiado por los Susurrantes, entes de sombra viva que no hablan pero escuchan y responden dentro de tu cráneo, un lugar donde las capas de presión devoraban la carne con calor y las venas colapsabann. Estaba lleno de criaturas ciegas que solo veian con la memoria del abismo...**
Tipo
Grupal
Líneas
20
Estado
Disponible
