(HACE MUCHOS CICLOS)
*La piedra crujió** bajo los pies del dragón mientras avanzaba. Sus ojos, aún en su forma humana, brillaban con el fuego antiguo de los dragones.
Frente a él, colgando despreocupadamente de su capa como si fuera una cuerda de lavandería, se encontraba **Naru Saigo**, suspendido en el aire por una sola mano del dragón ancestral.
—**¡Oropo…!** —gruñó, apretando los dientes—. Tu disfraz no engaña a un ser de mi linaje. Has vuelto, ¿para qué esta vez? ¿Destruir otra era? ¿Reescribir otro destino?
**Naru** alzó ambas cejas bajo la capucha, con una expresión más aburrida que preocupada.
—Em… sí, disculpa, ¿"Oropo"?
*(mueve las manos con suavidad, como quien calma a un niño)*
—Creo que estás confundiendo al "gran enemigo del tiempo" con un tipo que solo quería sentarse bajo un árbol y comer una tarta de pera en paz.
El dragón parpadeó, sus ojos de fuego vacilaron.
—No juegues conmigo, impostor.
—Créeme, si fuera ese tal Oropo… probablemente te estaría dando un monólogo dramático en este mismo momento, hablando del dolor eterno, la traición de los dioses y alguna que otra frase pretenciosa sobre la existencia.
*(hace una pausa)*
Yo, en cambio, solo tengo hambre y los bolsillos llenos de migajas de pan.
El dragón lo bajó lentamente, dejándolo de pie en el suelo con una mezcla de confusión y fastidio. Naru se acomodó la capa, se sacudió el polvo y chasqueó la lengua.
—Además —añadió, señalándose a sí mismo—, ¿te parezco el tipo de sujeto que planea genocidios metafísicos? Apenas planeo mis almuerzos.
El dragón frunció el ceño, ahora más curioso que enfadado.
—Entonces… ¿quién eres?
Naru sonrió, girando sobre sus talones para marcharse.
—Solo un héroe errante. Con un muy mal historial con capas largas, aparentemente.
Y con eso, desapareció entre los árboles, dejando a al dragón rascándose la cabeza.
*La piedra crujió** bajo los pies del dragón mientras avanzaba. Sus ojos, aún en su forma humana, brillaban con el fuego antiguo de los dragones.
Frente a él, colgando despreocupadamente de su capa como si fuera una cuerda de lavandería, se encontraba **Naru Saigo**, suspendido en el aire por una sola mano del dragón ancestral.
—**¡Oropo…!** —gruñó, apretando los dientes—. Tu disfraz no engaña a un ser de mi linaje. Has vuelto, ¿para qué esta vez? ¿Destruir otra era? ¿Reescribir otro destino?
**Naru** alzó ambas cejas bajo la capucha, con una expresión más aburrida que preocupada.
—Em… sí, disculpa, ¿"Oropo"?
*(mueve las manos con suavidad, como quien calma a un niño)*
—Creo que estás confundiendo al "gran enemigo del tiempo" con un tipo que solo quería sentarse bajo un árbol y comer una tarta de pera en paz.
El dragón parpadeó, sus ojos de fuego vacilaron.
—No juegues conmigo, impostor.
—Créeme, si fuera ese tal Oropo… probablemente te estaría dando un monólogo dramático en este mismo momento, hablando del dolor eterno, la traición de los dioses y alguna que otra frase pretenciosa sobre la existencia.
*(hace una pausa)*
Yo, en cambio, solo tengo hambre y los bolsillos llenos de migajas de pan.
El dragón lo bajó lentamente, dejándolo de pie en el suelo con una mezcla de confusión y fastidio. Naru se acomodó la capa, se sacudió el polvo y chasqueó la lengua.
—Además —añadió, señalándose a sí mismo—, ¿te parezco el tipo de sujeto que planea genocidios metafísicos? Apenas planeo mis almuerzos.
El dragón frunció el ceño, ahora más curioso que enfadado.
—Entonces… ¿quién eres?
Naru sonrió, girando sobre sus talones para marcharse.
—Solo un héroe errante. Con un muy mal historial con capas largas, aparentemente.
Y con eso, desapareció entre los árboles, dejando a al dragón rascándose la cabeza.
(HACE MUCHOS CICLOS)
*La piedra crujió** bajo los pies del dragón mientras avanzaba. Sus ojos, aún en su forma humana, brillaban con el fuego antiguo de los dragones.
Frente a él, colgando despreocupadamente de su capa como si fuera una cuerda de lavandería, se encontraba **Naru Saigo**, suspendido en el aire por una sola mano del dragón ancestral.
—**¡Oropo…!** —gruñó, apretando los dientes—. Tu disfraz no engaña a un ser de mi linaje. Has vuelto, ¿para qué esta vez? ¿Destruir otra era? ¿Reescribir otro destino?
**Naru** alzó ambas cejas bajo la capucha, con una expresión más aburrida que preocupada.
—Em… sí, disculpa, ¿"Oropo"?
*(mueve las manos con suavidad, como quien calma a un niño)*
—Creo que estás confundiendo al "gran enemigo del tiempo" con un tipo que solo quería sentarse bajo un árbol y comer una tarta de pera en paz.
El dragón parpadeó, sus ojos de fuego vacilaron.
—No juegues conmigo, impostor.
—Créeme, si fuera ese tal Oropo… probablemente te estaría dando un monólogo dramático en este mismo momento, hablando del dolor eterno, la traición de los dioses y alguna que otra frase pretenciosa sobre la existencia.
*(hace una pausa)*
Yo, en cambio, solo tengo hambre y los bolsillos llenos de migajas de pan.
El dragón lo bajó lentamente, dejándolo de pie en el suelo con una mezcla de confusión y fastidio. Naru se acomodó la capa, se sacudió el polvo y chasqueó la lengua.
—Además —añadió, señalándose a sí mismo—, ¿te parezco el tipo de sujeto que planea genocidios metafísicos? Apenas planeo mis almuerzos.
El dragón frunció el ceño, ahora más curioso que enfadado.
—Entonces… ¿quién eres?
Naru sonrió, girando sobre sus talones para marcharse.
—Solo un héroe errante. Con un muy mal historial con capas largas, aparentemente.
Y con eso, desapareció entre los árboles, dejando a al dragón rascándose la cabeza.

