Operación sobrevivir a mi suegro
Me miré al espejo sin moverme, en silencio. Llevaba el vestido ya puesto: negro, largo, de manga larga, con la espalda completamente descubierta hasta la línea baja de la cintura. Nada de escotes frontales, nada innecesario.
Alisé con las manos la tela ajustada sobre las caderas y luego fuí por mi melena. Había dejado mi pelo negro completamente liso, mi maquillaje iba acorde conmigo, labios rojo oscuro y delineado fino y elegante.
Iba a hablar con el hombre que tenía la capacidad —y los contactos— para desaparecerme si me equivocaba con su hija y eso me hacía temblar un poco.
Mía.
—Joder, lo que haces por amor… —murmuré y respiré hondo frente al espejo -. Es solo una cena. Solo tu chica, su padre y su maldita colección de armas sobre la chimenea.
Me puse un abrigo largo encima y bajé por las escaleras. No iba a llegar tarde.
La moto me esperaba. Pero esa noche, iría en coche. Había reservado un sedán negro, con chófer y todo. Es el momento.
Mía Russo
Alisé con las manos la tela ajustada sobre las caderas y luego fuí por mi melena. Había dejado mi pelo negro completamente liso, mi maquillaje iba acorde conmigo, labios rojo oscuro y delineado fino y elegante.
Iba a hablar con el hombre que tenía la capacidad —y los contactos— para desaparecerme si me equivocaba con su hija y eso me hacía temblar un poco.
Mía.
—Joder, lo que haces por amor… —murmuré y respiré hondo frente al espejo -. Es solo una cena. Solo tu chica, su padre y su maldita colección de armas sobre la chimenea.
Me puse un abrigo largo encima y bajé por las escaleras. No iba a llegar tarde.
La moto me esperaba. Pero esa noche, iría en coche. Había reservado un sedán negro, con chófer y todo. Es el momento.
Mía Russo
Me miré al espejo sin moverme, en silencio. Llevaba el vestido ya puesto: negro, largo, de manga larga, con la espalda completamente descubierta hasta la línea baja de la cintura. Nada de escotes frontales, nada innecesario.
Alisé con las manos la tela ajustada sobre las caderas y luego fuí por mi melena. Había dejado mi pelo negro completamente liso, mi maquillaje iba acorde conmigo, labios rojo oscuro y delineado fino y elegante.
Iba a hablar con el hombre que tenía la capacidad —y los contactos— para desaparecerme si me equivocaba con su hija y eso me hacía temblar un poco.
Mía.
—Joder, lo que haces por amor… —murmuré y respiré hondo frente al espejo -. Es solo una cena. Solo tu chica, su padre y su maldita colección de armas sobre la chimenea.
Me puse un abrigo largo encima y bajé por las escaleras. No iba a llegar tarde.
La moto me esperaba. Pero esa noche, iría en coche. Había reservado un sedán negro, con chófer y todo. Es el momento.
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Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Terminado
30
turnos
0
maullidos