— ¿Lo ves ahora...?
(susurró con una voz tan suave como venenosa)
—Nadie recuerda al que advirtió, solo temen al que devora.
(Sus dedos, largos, temblaban no por debilidad, sino por lo que contenían: un hambre que no era de carne ni de alma… sino de propósito).
— ¿Querías respuestas? Yo te regalo una verdad:
todo lo que crees conocer… te fue dado por otro.
Y todo lo que sientes… fue diseñado para hacerte dócil.
(Levantó la mirada. No había rostro. Solo un abismo vestido de hombre. Pero sus ojos… sus ojos eran grietas abiertas al núcleo mismo del caos).
— No vine a consolarte. Vine a recordarte que estás incompleto.
Y que, en el fondo, lo sabes.
Por eso no puedes dejar de mirarme."
(Su tono ya no buscaba convencer. Solo sembrar la duda exacta donde antes había certeza).
— No temas a lo que soy.
Teme a lo que vas a ser cuando me entiendas."
(susurró con una voz tan suave como venenosa)
—Nadie recuerda al que advirtió, solo temen al que devora.
(Sus dedos, largos, temblaban no por debilidad, sino por lo que contenían: un hambre que no era de carne ni de alma… sino de propósito).
— ¿Querías respuestas? Yo te regalo una verdad:
todo lo que crees conocer… te fue dado por otro.
Y todo lo que sientes… fue diseñado para hacerte dócil.
(Levantó la mirada. No había rostro. Solo un abismo vestido de hombre. Pero sus ojos… sus ojos eran grietas abiertas al núcleo mismo del caos).
— No vine a consolarte. Vine a recordarte que estás incompleto.
Y que, en el fondo, lo sabes.
Por eso no puedes dejar de mirarme."
(Su tono ya no buscaba convencer. Solo sembrar la duda exacta donde antes había certeza).
— No temas a lo que soy.
Teme a lo que vas a ser cuando me entiendas."
— ¿Lo ves ahora...?
(susurró con una voz tan suave como venenosa)
—Nadie recuerda al que advirtió, solo temen al que devora.
(Sus dedos, largos, temblaban no por debilidad, sino por lo que contenían: un hambre que no era de carne ni de alma… sino de propósito).
— ¿Querías respuestas? Yo te regalo una verdad:
todo lo que crees conocer… te fue dado por otro.
Y todo lo que sientes… fue diseñado para hacerte dócil.
(Levantó la mirada. No había rostro. Solo un abismo vestido de hombre. Pero sus ojos… sus ojos eran grietas abiertas al núcleo mismo del caos).
— No vine a consolarte. Vine a recordarte que estás incompleto.
Y que, en el fondo, lo sabes.
Por eso no puedes dejar de mirarme."
(Su tono ya no buscaba convencer. Solo sembrar la duda exacta donde antes había certeza).
— No temas a lo que soy.
Teme a lo que vas a ser cuando me entiendas."


