La vida que desearía disfrutar
Después de los doce trabajos, después de los himnos y las coronas de laurel, después de la sangre, la ceniza y el polvo, Heracles se encontró con el silencio. Un silencio que no rugía como el león de Nemea ni siseaba como la Hidra; era un silencio más cruel, más persistente, que nacía dentro de él. El mundo lo había...
Me entristece
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