Brenda había decidido ataviarse con ropa quizás un poco más formal de lo anticipado. Un contrato, consideraba ella, era algo serio, y más uno en el que estaba involucrada una transferencia de almas -la suya, en este caso-.

Así que, con el fin de dar total seriedad al asunto, y discutirlo en un ambiente más calmo (y sin tanto alcohol en la sangre, dato importante...), se presentó con la sacerdotisa, como quien va a realizar un importante trámite.

— Estoy lista. Quiero leer a detalle ese contrato, si no es mucha molestia.