(ajustándose su enorme sombrero con gracia mientras el sol acaricia su piel):

— Ah... A fin de cuentas, uno también necesita vacaciones. No se puede guerrear con el mundo todos los días sin que el alma empiece a quejarse.
(Sonríe con un dejo de picardía mientras observa su reflejo en una copa de cóctel)

— Estrategias, batallas, conspiraciones... sí, muy emocionantes, pero el verdadero arte está en saber cuándo retirarse con elegancia.

(Lanza una mirada hacia las criaturas a su alrededor)
— ¿Verdad, mis pequeños? Incluso los más fieros necesitan arena, mar y un buen vestido con aberturas estratégicas.

(Hace girar su falda de red y se estira con languidez)
— No es frivolidad, cariño... es logística emocional.