#ConfesionesyCaos


¿Cuáles eran las posibilidades que un empleado público confundiera esa capilla derruida por una iglesia propiamente dicha? Muy pocas si suponemos que la mayoría tuvieren algo muy parecido al sentido común. Quien imagine a los no muertos incapaces de sentir asco encontrarían casi divertido ese nudo en la boca del estómago, sin el misericordioso escudo de sus guantes el contacto con esa… Cosa, le habría adicionado un mes de penitencia. Ni siquiera las paredes de un lugar aún consagrado eran incapaces de diluir el aroma que manaba de ese sobre, tan dolorosamente indetectable para la vida humana.

“Tsss”, humeó el reactivo volatilizándose en una nube inmediatamente para llover en partículas de hollín sobre la hoja. Casi un elemento maldito en toda su extensión, una burda y repugnante burla a lo que debería representar algo tan antiguo como una carta. Presa de la fascinación sus manos declinaron el uso de la pluma en favor de un lapicero moderno para no obligarse a detener la escritura, cada detalle nuevo merecía una página extra, cada componente un mundo en sí mismo, cada pequeña trazada se colocó con una precisión matemática aterradora. Una carta, un memento, una obra de arte en toda su extensión si la maldad pura tuviera aspiraciones de poeta. Con los ojos resecos, negligente de cometer uno de cada dos parpadeos, las palabras se veían tanto domesticas como una espantosa imitación de condición humana. Las lágrimas secas sobre la palabra “Ayuda”, la sangre escondida en los lugares donde las letras ostentaban un segundo bucle y era completamente oscurecido por la tinta adicional.

Con las horas escapándose entre sus dedos, la alarma en su celular retumbó estruendosa junto a ella, el sol estaba por salir en unos minutos… ¿Podría ser posible? Pecando de cauta, y no albergaría reproche alguno si le llamaran paranoica, guardó la carta con su respectivo sobre en una bolsa doméstica de plástico con cierre deslizante y la sumergió en un balde de hierro con agua bendita. La diferencia inmediatamente le regresó el brillo a los ojos, corriendo a cerrar las pesadas cortinas de terciopelo que adornaban las únicas dos ventanas sin tapiar en la vieja habitación trasera. Un papel teñido de sudor, escrito con tinta de hollín, perfumado con aceite destilado de grasa humana y adornado con la sombra de algunas lágrimas. Si una criatura antigua como ella pudo caer de rodillas sin notarlo frente al glamour, ¿Qué exactamente iba a pasarle al recipiente original?

De momento necesitaba retirarse a seguro, la pequeña abominación de celulosa se quedaría en el balde hasta que desintegrara la bolsa o ella despertara, lo que sucediera primero. Pero la siguiente velada acarrearía sus propios desafíos, Padre Daniel Sartori , la noche tiene garras… Y viene por usted.
#ConfesionesyCaos ¿Cuáles eran las posibilidades que un empleado público confundiera esa capilla derruida por una iglesia propiamente dicha? Muy pocas si suponemos que la mayoría tuvieren algo muy parecido al sentido común. Quien imagine a los no muertos incapaces de sentir asco encontrarían casi divertido ese nudo en la boca del estómago, sin el misericordioso escudo de sus guantes el contacto con esa… Cosa, le habría adicionado un mes de penitencia. Ni siquiera las paredes de un lugar aún consagrado eran incapaces de diluir el aroma que manaba de ese sobre, tan dolorosamente indetectable para la vida humana. “Tsss”, humeó el reactivo volatilizándose en una nube inmediatamente para llover en partículas de hollín sobre la hoja. Casi un elemento maldito en toda su extensión, una burda y repugnante burla a lo que debería representar algo tan antiguo como una carta. Presa de la fascinación sus manos declinaron el uso de la pluma en favor de un lapicero moderno para no obligarse a detener la escritura, cada detalle nuevo merecía una página extra, cada componente un mundo en sí mismo, cada pequeña trazada se colocó con una precisión matemática aterradora. Una carta, un memento, una obra de arte en toda su extensión si la maldad pura tuviera aspiraciones de poeta. Con los ojos resecos, negligente de cometer uno de cada dos parpadeos, las palabras se veían tanto domesticas como una espantosa imitación de condición humana. Las lágrimas secas sobre la palabra “Ayuda”, la sangre escondida en los lugares donde las letras ostentaban un segundo bucle y era completamente oscurecido por la tinta adicional. Con las horas escapándose entre sus dedos, la alarma en su celular retumbó estruendosa junto a ella, el sol estaba por salir en unos minutos… ¿Podría ser posible? Pecando de cauta, y no albergaría reproche alguno si le llamaran paranoica, guardó la carta con su respectivo sobre en una bolsa doméstica de plástico con cierre deslizante y la sumergió en un balde de hierro con agua bendita. La diferencia inmediatamente le regresó el brillo a los ojos, corriendo a cerrar las pesadas cortinas de terciopelo que adornaban las únicas dos ventanas sin tapiar en la vieja habitación trasera. Un papel teñido de sudor, escrito con tinta de hollín, perfumado con aceite destilado de grasa humana y adornado con la sombra de algunas lágrimas. Si una criatura antigua como ella pudo caer de rodillas sin notarlo frente al glamour, ¿Qué exactamente iba a pasarle al recipiente original? De momento necesitaba retirarse a seguro, la pequeña abominación de celulosa se quedaría en el balde hasta que desintegrara la bolsa o ella despertara, lo que sucediera primero. Pero la siguiente velada acarrearía sus propios desafíos, Padre [Sart0riDaniel] , la noche tiene garras… Y viene por usted.
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