Aquella mañana, a pesar del frío que calaba hasta la tierra misma, se encontraba el zorro. Bajo el azote implacable que caía sobre sus hombros.
Para Kazuo el entrenamiento no se basaba simplemente en lo físico; También lo era mental, y este podía ser tan o más importante que el mantener un cuerpo fuerte y ágil.
Un demonio come él; un ser que caminaba entre dos mundos debía tener una mente totalmente equilibrada, incluso si eso iba en contra de su naturaleza e instintos más salvajes.
Es por eso que no era raro encontrarlo en momentos como ese. En el silencio que el bosque le aportaba, y el bálsamo de un agua que calmaba sus pensamientos más intrusivos y destructivos.
Para Kazuo el entrenamiento no se basaba simplemente en lo físico; También lo era mental, y este podía ser tan o más importante que el mantener un cuerpo fuerte y ágil.
Un demonio come él; un ser que caminaba entre dos mundos debía tener una mente totalmente equilibrada, incluso si eso iba en contra de su naturaleza e instintos más salvajes.
Es por eso que no era raro encontrarlo en momentos como ese. En el silencio que el bosque le aportaba, y el bálsamo de un agua que calmaba sus pensamientos más intrusivos y destructivos.
Aquella mañana, a pesar del frío que calaba hasta la tierra misma, se encontraba el zorro. Bajo el azote implacable que caía sobre sus hombros.
Para Kazuo el entrenamiento no se basaba simplemente en lo físico; También lo era mental, y este podía ser tan o más importante que el mantener un cuerpo fuerte y ágil.
Un demonio come él; un ser que caminaba entre dos mundos debía tener una mente totalmente equilibrada, incluso si eso iba en contra de su naturaleza e instintos más salvajes.
Es por eso que no era raro encontrarlo en momentos como ese. En el silencio que el bosque le aportaba, y el bálsamo de un agua que calmaba sus pensamientos más intrusivos y destructivos.
