Tregua de medianoche
Aquella noche, Joon no tenía intenciones de volver directo a casa. El aire cargado de papeles sin resolver en la comisaría aún le pesaba en los hombros, como si cada caso abierto dejara una marca invisible sobre su chaqueta. Había estado lidiando con más de lo habitual: no solo sospechosos que parecían escaparse entre los dedos como humo, sino también con cierta presencia constante, molesta y jodidamente competitiva que se aseguraba de estar a un paso para recordarle que no podía bajar la guardia ni un segundo.
Así que ahí estaba, dejando que la noche lo envolviera mientras caminaba por la acera húmeda, con las manos en los bolsillos de su abrigo y la mirada clavada en las luces parpadeantes de un viejo letrero de neón.
El bar no tenía nada de especial a primera vista, pero él ya conocía sus rincones, los tragos fuertes sin preguntas y la música que intentaba ahogar las penas y preocupaciones.
Al cruzar la puerta, lo recibió el aroma a licor añejo y madera húmeda, como un viejo amigo. Saludó con un leve movimiento de cabeza al barman, que le devolvió el gesto sin palabras y ya comenzaba a prepararle lo de siempre. Joon se dejó caer en su asiento habitual al fondo, ese que le permitía vigilar todo el local sin sentirse observado.
Se quitó la chaqueta con un suspiro, dejando que el calor del lugar aflojara un poco la tensión en su espalda. Aquella noche, no buscaba compañía ni respuestas, solo un espacio donde su mente pudiera dejar de correr. Aunque claro… la vida rara vez le daba lo que pedía sin añadirle un giro inesperado.
En cuanto su pedido llegó, se llevó el vaso a los labios, dejando que el sabor fuerte le quemara apenas un poco la garganta. Era justo lo que necesitaba: calma, espacio, y esa leve sensación de anonimato. Afuera podía ser el detective Joon, con el deber sobre los hombros y los principios bien puestos. Pero ahí dentro… solo era un hombre más intentando respirar entre las grietas.
Sin embargo, mientras el hielo se deshacía lentamente en su vaso, Joon sintió esa presión familiar en el pecho: la que aparece cuando sabes que algo va a pasar. Tal vez era la manera en que algunas miradas se cruzaban demasiado tiempo, o el leve cambio en el ambiente cuando alguien nuevo entraba por la puerta. Tal vez era solo intuición..
Rol con: Sho Hijikata
Así que ahí estaba, dejando que la noche lo envolviera mientras caminaba por la acera húmeda, con las manos en los bolsillos de su abrigo y la mirada clavada en las luces parpadeantes de un viejo letrero de neón.
El bar no tenía nada de especial a primera vista, pero él ya conocía sus rincones, los tragos fuertes sin preguntas y la música que intentaba ahogar las penas y preocupaciones.
Al cruzar la puerta, lo recibió el aroma a licor añejo y madera húmeda, como un viejo amigo. Saludó con un leve movimiento de cabeza al barman, que le devolvió el gesto sin palabras y ya comenzaba a prepararle lo de siempre. Joon se dejó caer en su asiento habitual al fondo, ese que le permitía vigilar todo el local sin sentirse observado.
Se quitó la chaqueta con un suspiro, dejando que el calor del lugar aflojara un poco la tensión en su espalda. Aquella noche, no buscaba compañía ni respuestas, solo un espacio donde su mente pudiera dejar de correr. Aunque claro… la vida rara vez le daba lo que pedía sin añadirle un giro inesperado.
En cuanto su pedido llegó, se llevó el vaso a los labios, dejando que el sabor fuerte le quemara apenas un poco la garganta. Era justo lo que necesitaba: calma, espacio, y esa leve sensación de anonimato. Afuera podía ser el detective Joon, con el deber sobre los hombros y los principios bien puestos. Pero ahí dentro… solo era un hombre más intentando respirar entre las grietas.
Sin embargo, mientras el hielo se deshacía lentamente en su vaso, Joon sintió esa presión familiar en el pecho: la que aparece cuando sabes que algo va a pasar. Tal vez era la manera en que algunas miradas se cruzaban demasiado tiempo, o el leve cambio en el ambiente cuando alguien nuevo entraba por la puerta. Tal vez era solo intuición..
Rol con: Sho Hijikata
Aquella noche, Joon no tenía intenciones de volver directo a casa. El aire cargado de papeles sin resolver en la comisaría aún le pesaba en los hombros, como si cada caso abierto dejara una marca invisible sobre su chaqueta. Había estado lidiando con más de lo habitual: no solo sospechosos que parecían escaparse entre los dedos como humo, sino también con cierta presencia constante, molesta y jodidamente competitiva que se aseguraba de estar a un paso para recordarle que no podía bajar la guardia ni un segundo.
Así que ahí estaba, dejando que la noche lo envolviera mientras caminaba por la acera húmeda, con las manos en los bolsillos de su abrigo y la mirada clavada en las luces parpadeantes de un viejo letrero de neón.
El bar no tenía nada de especial a primera vista, pero él ya conocía sus rincones, los tragos fuertes sin preguntas y la música que intentaba ahogar las penas y preocupaciones.
Al cruzar la puerta, lo recibió el aroma a licor añejo y madera húmeda, como un viejo amigo. Saludó con un leve movimiento de cabeza al barman, que le devolvió el gesto sin palabras y ya comenzaba a prepararle lo de siempre. Joon se dejó caer en su asiento habitual al fondo, ese que le permitía vigilar todo el local sin sentirse observado.
Se quitó la chaqueta con un suspiro, dejando que el calor del lugar aflojara un poco la tensión en su espalda. Aquella noche, no buscaba compañía ni respuestas, solo un espacio donde su mente pudiera dejar de correr. Aunque claro… la vida rara vez le daba lo que pedía sin añadirle un giro inesperado.
En cuanto su pedido llegó, se llevó el vaso a los labios, dejando que el sabor fuerte le quemara apenas un poco la garganta. Era justo lo que necesitaba: calma, espacio, y esa leve sensación de anonimato. Afuera podía ser el detective Joon, con el deber sobre los hombros y los principios bien puestos. Pero ahí dentro… solo era un hombre más intentando respirar entre las grietas.
Sin embargo, mientras el hielo se deshacía lentamente en su vaso, Joon sintió esa presión familiar en el pecho: la que aparece cuando sabes que algo va a pasar. Tal vez era la manera en que algunas miradas se cruzaban demasiado tiempo, o el leve cambio en el ambiente cuando alguien nuevo entraba por la puerta. Tal vez era solo intuición..
Rol con: [ripple_onyx_wolf_416]
Tipo
Individual
Líneas
30
Estado
Disponible

