Se acurrucó en la cama y se quedó observando el cielo nocturno a través de la ventana.

En su mente no podía evitar pensar dónde estaría Zelgadiss, a qué lugar habría llegado, si estaba cada vez más cerca de alcanzar sus objetivos... o incluso si aún seguía con vida.

Aquel último pensamiento era el más doloroso para ella. La incertidumbre de no tener una respuesta era horrible.

—Buenas noches, Zel —dijo en un susurro mirando aún el cielo, como si de algún modo pudiera hacer que el hombre escuchara aquellas palabras.

Justo después, y con el recuerdo de Zelgadiss aún en su mente, se quedó dormida.
Se acurrucó en la cama y se quedó observando el cielo nocturno a través de la ventana. En su mente no podía evitar pensar dónde estaría Zelgadiss, a qué lugar habría llegado, si estaba cada vez más cerca de alcanzar sus objetivos... o incluso si aún seguía con vida. Aquel último pensamiento era el más doloroso para ella. La incertidumbre de no tener una respuesta era horrible. —Buenas noches, Zel —dijo en un susurro mirando aún el cielo, como si de algún modo pudiera hacer que el hombre escuchara aquellas palabras. Justo después, y con el recuerdo de Zelgadiss aún en su mente, se quedó dormida.
Me encocora
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