~> Música para acompañar: https://www.youtube.com/watch?v=uml2NbccHvg&list=PLytf_Royf7bLjlypY1si5QoydpFf0j7-r&index=1 <~

Una noche sin luna ni aurora, cuando el Yggdrasil murmuraba secretos antiguos y los lobos celestiales dormían, una figura cruzó el puente Bifröst. No era un dios nórdico, ni un gigante de hielo, ni un alma caída en combate. Era más viejo que la guerra y más suave que la muerte.

Morfeo, el dios griego de los sueños, había llegado al Reino de Asgard.

Su andar no hacía ruido. Su sombra no tenía forma. Donde él pasaba, las estrellas titilaban con recuerdos que no eran suyos. Y aunque Heimdall, el vigilante de todos los mundos, lo vio acercarse, no alzó su espada. En lugar de eso, cerró los ojos... y soñó con su madre.

La presencia del dios de los sueños  no fue anunciada por cuernos ni trovadores, ni siquiera por los cuervos de Odín. Llegó como llega el sueño: sin ruido, sin permiso, pero imposible de ignorar. 

No caminaba: deslizaba su sombra sobre el color y la luz del camino de arco iris de Bifröst . Los Einherjar se inquietaron en sus salones. Los videntes dejaron caer sus runas sin interpretarlas. Hasta las Nornas, que tejían el destino en la base del Yggdrasil, miraron hacia arriba, con los dedos suspendidos en el aire.

El viajero del Reino Onírico había llegado a Asgard. No como un enemigo, ni aliado, más bien llegaba como un mensajero, en busca del Allfather.

~> Música para acompañar: https://www.youtube.com/watch?v=uml2NbccHvg&list=PLytf_Royf7bLjlypY1si5QoydpFf0j7-r&index=1 <~ Una noche sin luna ni aurora, cuando el Yggdrasil murmuraba secretos antiguos y los lobos celestiales dormían, una figura cruzó el puente Bifröst. No era un dios nórdico, ni un gigante de hielo, ni un alma caída en combate. Era más viejo que la guerra y más suave que la muerte. Morfeo, el dios griego de los sueños, había llegado al Reino de Asgard. Su andar no hacía ruido. Su sombra no tenía forma. Donde él pasaba, las estrellas titilaban con recuerdos que no eran suyos. Y aunque Heimdall, el vigilante de todos los mundos, lo vio acercarse, no alzó su espada. En lugar de eso, cerró los ojos... y soñó con su madre. La presencia del dios de los sueños  no fue anunciada por cuernos ni trovadores, ni siquiera por los cuervos de Odín. Llegó como llega el sueño: sin ruido, sin permiso, pero imposible de ignorar.  No caminaba: deslizaba su sombra sobre el color y la luz del camino de arco iris de Bifröst . Los Einherjar se inquietaron en sus salones. Los videntes dejaron caer sus runas sin interpretarlas. Hasta las Nornas, que tejían el destino en la base del Yggdrasil, miraron hacia arriba, con los dedos suspendidos en el aire. El viajero del Reino Onírico había llegado a Asgard. No como un enemigo, ni aliado, más bien llegaba como un mensajero, en busca del Allfather.
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