โฌเผ๐๐๐๐เผโฌ
โโ ๐๐จ๐ซ ๐๐๐ฏ๐จ๐ซ, ๐๐ข๐ฆ๐ ๐ช๐ฎ๐ ๐ ๐ช๐ฎ๐ข๐๐ง ๐ฏ๐๐จ ๐๐กí ๐ง๐จ ๐๐ฌ ๐๐ฒ๐๐ง.
โโ ๐๐ ๐ญ๐๐ฆ๐จ ๐ช๐ฎ๐ ๐ฌ๐ข, ๐ฆ๐ข ๐ฌ๐ñ๐จ๐ซ.
โโ ... ๐๐ข๐๐ซ๐๐.
Habían pasado ya varios días desde que Kiev despertó, y su recuperación había culminado por completo. El bastón que en algún momento sostuvo para mantenerse en pie ya no era necesario. Era natural que retomara sus funciones como jefe: asistir a reuniones, presentarse en galas organizadas para sellar acuerdos, revisar los informes sobre importación de mercancía, supervisar los puertos, mantener en orden la seguridad interna y asegurarse de que ningún cabrón metiera mano donde no debía. Todo ello le tomó tiempo.
Con la memoria aún fragmentada, no lograba reconocer los rostros de aquellos con quienes había firmado tratados o sellado alianzas en el pasado. Se vio obligado a ponerse al día a través de informes, fotografías, nombres, datos, detalles. Memorizar lo que alguna vez conoció de memoria. El proceso era pesado, pero no podía darse el lujo de delegar por completo. No si quería conservar el control. No si quería reclamar lo que le pertenecía.
El italiano había sido de gran ayuda en su momento, y poco a poco logró recuperar su independencia, enfrentar los deberes solo. Fue estresante, sí. Pero, eventualmente, todo comenzó a tomar nuevamente su ritmo.
Dejó que Ryan viajara a Italia para cerrar una alianza que, desde su punto de vista, no le ofrecía ningún beneficio. Especialmente cuando tenía en mente expandirse aún más. La decisión provocó una discusión feroz con el italiano. Pero no había vuelta atrás. O los sacaba de su camino, o terminaría arrastrándolos con él hasta el fondo del fango. ¿Cruel? Tal vez. ¿Innecesario? En absoluto. Las mafias se movían por beneficios. Y él no era la excepción.
Sobre todo cuando debía volver a Rusia a reclamar aquello que su padre le había dejado como "herencia". Claro, como si matarlo y clavar su cabeza en una pared como trofeo no fuera lo suficiente después de matarlo. Una sugerencia que, por supuesto, vino de ese rubio y que se hizo. ¿Quién estaba más loco?
La ausencia del "zar" había dejado un vacío de poder. Un desequilibrio que Kiev sabía debía corregir. Si él no tomaba ese trono, si no se aferraba a su sangre como justificación, aparecerían otros perros callejeros disfrazados de pastores. Y entonces comenzaría una nueva cacería. Una por su cabeza, por la de Ryan, y la de Rubí.
No esperaba que Ryan lo entendiera. El italiano tenía suficiente caos sobre sus hombros, intentando resistir los embates constantes de la mafia Di Conti.
Lo que no esperaba, bajo ninguna circunstancia, era encender la televisión y encontrarlo allí. En las noticias. En un reportaje de anoche. Junto a un pelinegro, rodeado de patrullas policiales frente a… ¿una petshop?
Soltó un suspiro. Una mezcla entre cansancio, incredulidad y una frustración creciente que le subió por la espalda como un escalofrío. Llevó el cigarro a los labios, dejó que el humo escapara lento mientras la noticia seguía desarrollándose en la pantalla.
"Pelea de bandas dentro de una petshop. Varios muertos."
El título en mayúsculas le parecía un chiste de mal gusto.
Las cámaras enfocaban el caos en el fondo, pero él no tenía ojos para eso. Sus ojos estaban fijos en la figura que abandonaba la escena con total impunidad. Ryan, caminando con un chico al lado, ambos cargando bolsas de… ¿comida para mascotas?
Su teléfono vibró.
"Por fin pude hacer que esta gata comiera. Ya casi llego. Estoy llevando a Hanna."
Kiev cerró los ojos, llevándose una mano al rostro.
¿Entonces todo esto… todo esto, era por comida para la gata?
โโ ๐๐จ๐ซ ๐๐๐ฏ๐จ๐ซ, ๐๐ข๐ฆ๐ ๐ช๐ฎ๐ ๐ ๐ช๐ฎ๐ข๐๐ง ๐ฏ๐๐จ ๐๐กí ๐ง๐จ ๐๐ฌ ๐๐ฒ๐๐ง.
โโ ๐๐ ๐ญ๐๐ฆ๐จ ๐ช๐ฎ๐ ๐ฌ๐ข, ๐ฆ๐ข ๐ฌ๐ñ๐จ๐ซ.
โโ ... ๐๐ข๐๐ซ๐๐.
Habían pasado ya varios días desde que Kiev despertó, y su recuperación había culminado por completo. El bastón que en algún momento sostuvo para mantenerse en pie ya no era necesario. Era natural que retomara sus funciones como jefe: asistir a reuniones, presentarse en galas organizadas para sellar acuerdos, revisar los informes sobre importación de mercancía, supervisar los puertos, mantener en orden la seguridad interna y asegurarse de que ningún cabrón metiera mano donde no debía. Todo ello le tomó tiempo.
Con la memoria aún fragmentada, no lograba reconocer los rostros de aquellos con quienes había firmado tratados o sellado alianzas en el pasado. Se vio obligado a ponerse al día a través de informes, fotografías, nombres, datos, detalles. Memorizar lo que alguna vez conoció de memoria. El proceso era pesado, pero no podía darse el lujo de delegar por completo. No si quería conservar el control. No si quería reclamar lo que le pertenecía.
El italiano había sido de gran ayuda en su momento, y poco a poco logró recuperar su independencia, enfrentar los deberes solo. Fue estresante, sí. Pero, eventualmente, todo comenzó a tomar nuevamente su ritmo.
Dejó que Ryan viajara a Italia para cerrar una alianza que, desde su punto de vista, no le ofrecía ningún beneficio. Especialmente cuando tenía en mente expandirse aún más. La decisión provocó una discusión feroz con el italiano. Pero no había vuelta atrás. O los sacaba de su camino, o terminaría arrastrándolos con él hasta el fondo del fango. ¿Cruel? Tal vez. ¿Innecesario? En absoluto. Las mafias se movían por beneficios. Y él no era la excepción.
Sobre todo cuando debía volver a Rusia a reclamar aquello que su padre le había dejado como "herencia". Claro, como si matarlo y clavar su cabeza en una pared como trofeo no fuera lo suficiente después de matarlo. Una sugerencia que, por supuesto, vino de ese rubio y que se hizo. ¿Quién estaba más loco?
La ausencia del "zar" había dejado un vacío de poder. Un desequilibrio que Kiev sabía debía corregir. Si él no tomaba ese trono, si no se aferraba a su sangre como justificación, aparecerían otros perros callejeros disfrazados de pastores. Y entonces comenzaría una nueva cacería. Una por su cabeza, por la de Ryan, y la de Rubí.
No esperaba que Ryan lo entendiera. El italiano tenía suficiente caos sobre sus hombros, intentando resistir los embates constantes de la mafia Di Conti.
Lo que no esperaba, bajo ninguna circunstancia, era encender la televisión y encontrarlo allí. En las noticias. En un reportaje de anoche. Junto a un pelinegro, rodeado de patrullas policiales frente a… ¿una petshop?
Soltó un suspiro. Una mezcla entre cansancio, incredulidad y una frustración creciente que le subió por la espalda como un escalofrío. Llevó el cigarro a los labios, dejó que el humo escapara lento mientras la noticia seguía desarrollándose en la pantalla.
"Pelea de bandas dentro de una petshop. Varios muertos."
El título en mayúsculas le parecía un chiste de mal gusto.
Las cámaras enfocaban el caos en el fondo, pero él no tenía ojos para eso. Sus ojos estaban fijos en la figura que abandonaba la escena con total impunidad. Ryan, caminando con un chico al lado, ambos cargando bolsas de… ¿comida para mascotas?
Su teléfono vibró.
"Por fin pude hacer que esta gata comiera. Ya casi llego. Estoy llevando a Hanna."
Kiev cerró los ojos, llevándose una mano al rostro.
¿Entonces todo esto… todo esto, era por comida para la gata?
โฌเผ๐๐๐๐เผโฌ
โโ ๐๐จ๐ซ ๐๐๐ฏ๐จ๐ซ, ๐๐ข๐ฆ๐ ๐ช๐ฎ๐ ๐ ๐ช๐ฎ๐ข๐๐ง ๐ฏ๐๐จ ๐๐กí ๐ง๐จ ๐๐ฌ ๐๐ฒ๐๐ง.
โโ ๐๐ ๐ญ๐๐ฆ๐จ ๐ช๐ฎ๐ ๐ฌ๐ข, ๐ฆ๐ข ๐ฌ๐ñ๐จ๐ซ.
โโ ... ๐๐ข๐๐ซ๐๐.
Habían pasado ya varios días desde que Kiev despertó, y su recuperación había culminado por completo. El bastón que en algún momento sostuvo para mantenerse en pie ya no era necesario. Era natural que retomara sus funciones como jefe: asistir a reuniones, presentarse en galas organizadas para sellar acuerdos, revisar los informes sobre importación de mercancía, supervisar los puertos, mantener en orden la seguridad interna y asegurarse de que ningún cabrón metiera mano donde no debía. Todo ello le tomó tiempo.
Con la memoria aún fragmentada, no lograba reconocer los rostros de aquellos con quienes había firmado tratados o sellado alianzas en el pasado. Se vio obligado a ponerse al día a través de informes, fotografías, nombres, datos, detalles. Memorizar lo que alguna vez conoció de memoria. El proceso era pesado, pero no podía darse el lujo de delegar por completo. No si quería conservar el control. No si quería reclamar lo que le pertenecía.
El italiano había sido de gran ayuda en su momento, y poco a poco logró recuperar su independencia, enfrentar los deberes solo. Fue estresante, sí. Pero, eventualmente, todo comenzó a tomar nuevamente su ritmo.
Dejó que Ryan viajara a Italia para cerrar una alianza que, desde su punto de vista, no le ofrecía ningún beneficio. Especialmente cuando tenía en mente expandirse aún más. La decisión provocó una discusión feroz con el italiano. Pero no había vuelta atrás. O los sacaba de su camino, o terminaría arrastrándolos con él hasta el fondo del fango. ¿Cruel? Tal vez. ¿Innecesario? En absoluto. Las mafias se movían por beneficios. Y él no era la excepción.
Sobre todo cuando debía volver a Rusia a reclamar aquello que su padre le había dejado como "herencia". Claro, como si matarlo y clavar su cabeza en una pared como trofeo no fuera lo suficiente después de matarlo. Una sugerencia que, por supuesto, vino de ese rubio y que se hizo. ¿Quién estaba más loco?
La ausencia del "zar" había dejado un vacío de poder. Un desequilibrio que Kiev sabía debía corregir. Si él no tomaba ese trono, si no se aferraba a su sangre como justificación, aparecerían otros perros callejeros disfrazados de pastores. Y entonces comenzaría una nueva cacería. Una por su cabeza, por la de Ryan, y la de Rubí.
No esperaba que Ryan lo entendiera. El italiano tenía suficiente caos sobre sus hombros, intentando resistir los embates constantes de la mafia Di Conti.
Lo que no esperaba, bajo ninguna circunstancia, era encender la televisión y encontrarlo allí. En las noticias. En un reportaje de anoche. Junto a un pelinegro, rodeado de patrullas policiales frente a… ¿una petshop?
Soltó un suspiro. Una mezcla entre cansancio, incredulidad y una frustración creciente que le subió por la espalda como un escalofrío. Llevó el cigarro a los labios, dejó que el humo escapara lento mientras la noticia seguía desarrollándose en la pantalla.
"Pelea de bandas dentro de una petshop. Varios muertos."
El título en mayúsculas le parecía un chiste de mal gusto.
Las cámaras enfocaban el caos en el fondo, pero él no tenía ojos para eso. Sus ojos estaban fijos en la figura que abandonaba la escena con total impunidad. Ryan, caminando con un chico al lado, ambos cargando bolsas de… ¿comida para mascotas?
Su teléfono vibró.
"Por fin pude hacer que esta gata comiera. Ya casi llego. Estoy llevando a Hanna."
Kiev cerró los ojos, llevándose una mano al rostro.
¿Entonces todo esto… todo esto, era por comida para la gata?




