La campanilla sobre la puerta suena suavemente cuando Mark empuja el cristal con la mano. Una ráfaga de aire cálido lo envuelve al entrar en la cafetería, contrastando con el viento frío del final de la tarde que aún sopla afuera. El lugar huele a café recién molido y panes recién horneados. Es acogedor: techos bajos, lámparas colgantes con luz ámbar, estanterías con libros usados, y unas pocas mesas con gente conversando en voz baja o escribiendo en computadoras portátiles.

Mark entra con pasos algo pesados, el traje azul y amarillo de Invencible marcado por el desgaste. Tiene tierra en las botas y un pequeño desgarro en el costado de su uniforme. Va despeinado, con el cabello pegado a la frente por el sudor seco y las ojeras ligeramente marcadas bajo sus googles.

—Un café negro, con dos bolsitas de azúcar y un pastel de limón por favor. —Dijo con una sonrisa casi desgastada al camarero que lo había atendido apenas llegó.

Mientras esperó por su pedido, Mark se dejó caer en una silla junto a la ventana. Su espalda se hundió contra el respaldo como si finalmente pudiera relajarse después de un día difícil. Llevó su mano izquierda a su mejilla y dio un leve suspiró.

—Vaya día de mierda. Definitivamente reprobaré matemáticas. —murmuró para si mismo, recordando el examen que tuvo esa misma tarde.

La campanilla sobre la puerta suena suavemente cuando Mark empuja el cristal con la mano. Una ráfaga de aire cálido lo envuelve al entrar en la cafetería, contrastando con el viento frío del final de la tarde que aún sopla afuera. El lugar huele a café recién molido y panes recién horneados. Es acogedor: techos bajos, lámparas colgantes con luz ámbar, estanterías con libros usados, y unas pocas mesas con gente conversando en voz baja o escribiendo en computadoras portátiles. Mark entra con pasos algo pesados, el traje azul y amarillo de Invencible marcado por el desgaste. Tiene tierra en las botas y un pequeño desgarro en el costado de su uniforme. Va despeinado, con el cabello pegado a la frente por el sudor seco y las ojeras ligeramente marcadas bajo sus googles. —Un café negro, con dos bolsitas de azúcar y un pastel de limón por favor. —Dijo con una sonrisa casi desgastada al camarero que lo había atendido apenas llegó. Mientras esperó por su pedido, Mark se dejó caer en una silla junto a la ventana. Su espalda se hundió contra el respaldo como si finalmente pudiera relajarse después de un día difícil. Llevó su mano izquierda a su mejilla y dio un leve suspiró. —Vaya día de mierda. Definitivamente reprobaré matemáticas. —murmuró para si mismo, recordando el examen que tuvo esa misma tarde.
Me gusta
Me encocora
Me enjaja
6
0 turnos 0 maullidos
Patrocinados
Patrocinados