Annabeth yace sobre el cesped con los brazos tras la cabeza y un libro abierto en el pecho, mientras la luz danzaba sobre ella y se colaba por las ramas de el arbol. La expresión en su rostro es serena, algo que raramente se le ve en medio del caos del campamento.
Annabeth yace sobre el cesped con los brazos tras la cabeza y un libro abierto en el pecho, mientras la luz danzaba sobre ella y se colaba por las ramas de el arbol. La expresión en su rostro es serena, algo que raramente se le ve en medio del caos del campamento.

