Mark estaba sentado con el cuerpo relajado, pero la mente aún en marcha. En sus manos sostenía el libro que había estado leyendo en silencio por horas. La portada, gastada por el paso del tiempo, mostraba una imagen estilizada de un corredor de naves, su casco brillante bajo las estrellas del vacío con un arma capaz de destruir cualquier objetivo.

El Viltrumita cerró el libro y lo dejó sobre la mesa de noche. Las palabras de aquella obra literaria resonaban en su mente, no podía dejar de pensar en que se estaba identificando fuertemente con el protagonista. La imagen del Space Racer volando entre planetas, evitando la muerte, parecía más anécdota suya que otra cosa.

Suspiró con una exhalación que se sentía más como una descarga, como si estuviera liberando un poco de la tensión acumulada. Y ahí, en medio de la quietud de la habitación, vio la mochila al pie de la cama. Había libro dentro, lo sacó sin pensarlo tan solo como una distracción, pero al sostenerlo en las manos su expresión cambió levemente. Era un libro completamente diferente.

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Mark abrió el libro, hojeando las primeras páginas con una lentitud casi mecánica. La portada mostraba criaturas monstruosas, bestias de otro mundo, luchando entre sí en paisajes desolados. Pero había algo más en este libro. Algo que no era simplemente una historia sobre supervivencia.

—"𝑡𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 π’Žπ’Šπ’”π’Šπ’Μπ’ 𝒆𝒓𝒂 π’”π’†π’π’„π’Šπ’π’π’‚: π’Šπ’π’—π’†π’”π’•π’Šπ’ˆπ’‚π’“ 𝒆𝒍 𝒑𝒍𝒂𝒏𝒆𝒕𝒂 π’‰π’π’”π’•π’Šπ’ π’š 𝒓𝒆𝒑𝒐𝒓𝒕𝒂𝒓𝒏𝒐𝒔 𝒂𝒍 𝒄𝒆𝒏𝒕𝒓𝒐 𝒅𝒆 π’„π’π’Žπ’‚π’π’…π’ π’†π’”π’‘π’‚π’„π’Šπ’‚π’." —Leyó rápidamente. Luego pasó a otra página, más rápido esta vez.

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Había estado en planetas así. Donde el aire parecía pesar más que el metal. Donde el vuelo no era una opción, y cada paso era una batalla.

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Ragnars... El nombre le sonaba vagamente familiar, como algo que escuchó en un informe Viltrumita o tal vez en alguna patrulla remota.

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Mark cerró los ojos un momento. La imagen de esa escena "dos exploradores atrapados en un mundo que no perdonaba errores" lo golpeó más fuerte de lo que esperaba. Era una historia simple. Como si fuera una misión fallida. Pero había algo en ese miedo, en esa lucha silenciosa contra un entorno que no se puede vencer, que lo reflejaba a él más de lo que querría admitir.
Mark estaba sentado con el cuerpo relajado, pero la mente aún en marcha. En sus manos sostenía el libro que había estado leyendo en silencio por horas. La portada, gastada por el paso del tiempo, mostraba una imagen estilizada de un corredor de naves, su casco brillante bajo las estrellas del vacío con un arma capaz de destruir cualquier objetivo. El Viltrumita cerró el libro y lo dejó sobre la mesa de noche. Las palabras de aquella obra literaria resonaban en su mente, no podía dejar de pensar en que se estaba identificando fuertemente con el protagonista. La imagen del Space Racer volando entre planetas, evitando la muerte, parecía más anécdota suya que otra cosa. Suspiró con una exhalación que se sentía más como una descarga, como si estuviera liberando un poco de la tensión acumulada. Y ahí, en medio de la quietud de la habitación, vio la mochila al pie de la cama. Había libro dentro, lo sacó sin pensarlo tan solo como una distracción, pero al sostenerlo en las manos su expresión cambió levemente. Era un libro completamente diferente. β„™π•π•’π•Ÿπ•–π•₯𝕒 𝕀𝕒𝕝𝕧𝕒𝕛𝕖, 𝕓𝕖𝕀π•₯π•šπ•’π•€ 𝕀𝕒𝕝𝕧𝕒𝕛𝕖𝕀. Mark abrió el libro, hojeando las primeras páginas con una lentitud casi mecánica. La portada mostraba criaturas monstruosas, bestias de otro mundo, luchando entre sí en paisajes desolados. Pero había algo más en este libro. Algo que no era simplemente una historia sobre supervivencia. —"𝑡𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 π’Žπ’Šπ’”π’Šπ’Μπ’ 𝒆𝒓𝒂 π’”π’†π’π’„π’Šπ’π’π’‚: π’Šπ’π’—π’†π’”π’•π’Šπ’ˆπ’‚π’“ 𝒆𝒍 𝒑𝒍𝒂𝒏𝒆𝒕𝒂 π’‰π’π’”π’•π’Šπ’ π’š 𝒓𝒆𝒑𝒐𝒓𝒕𝒂𝒓𝒏𝒐𝒔 𝒂𝒍 𝒄𝒆𝒏𝒕𝒓𝒐 𝒅𝒆 π’„π’π’Žπ’‚π’π’…π’ π’†π’”π’‘π’‚π’„π’Šπ’‚π’." —Leyó rápidamente. Luego pasó a otra página, más rápido esta vez. —"𝑳𝒐 π’‘π’“π’Šπ’Žπ’†π’“π’ 𝒒𝒖𝒆 π’π’π’•π’‚π’Žπ’π’” 𝒇𝒖𝒆 𝒍𝒂 π’ˆπ’“π’‚π’—π’†π’…π’‚π’…. 𝑬𝒍 𝒑𝒍𝒂𝒏𝒆𝒕𝒂 𝒆𝒓𝒂 𝒕𝒂𝒏 𝒅𝒆𝒏𝒔𝒐 π’š 𝒔𝒖 π’ˆπ’“π’‚π’—π’†π’…π’‚π’… 𝒕𝒂𝒏 𝒇𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒂𝒑𝒆𝒏𝒂𝒔 π’‘π’π’…π’ŠΜπ’‚π’Žπ’π’” π’Žπ’π’—π’†π’“π’π’π’”. π‘ͺπ’π’Žπ’ 𝒏𝒐 π’†π’π’„π’π’π’•π’“π’‚π’Žπ’π’” 𝒓𝒆𝒄𝒖𝒓𝒔𝒐𝒔 π’–π’•π’Šπ’π’†π’”, π’Žπ’Š π’„π’π’Žπ’‘π’‚π’Μƒπ’†π’“π’‚ π’š π’šπ’ π’†π’”π’•π’‚π’ƒπ’‚π’Žπ’π’” π’π’Šπ’”π’•π’π’” 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒗𝒆𝒓 𝒂 𝒄𝒂𝒔𝒂, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒆𝒍 𝒑𝒍𝒂𝒏𝒆𝒕𝒂 π’•π’†π’π’ŠΜπ’‚ 𝒐𝒕𝒓𝒐𝒔 𝒑𝒍𝒂𝒏𝒆𝒔..." —Mark frunció el ceño, claramente algo lo puso nervioso. Había estado en planetas así. Donde el aire parecía pesar más que el metal. Donde el vuelo no era una opción, y cada paso era una batalla. —"π‘Ήπ’‚π’ˆπ’π’‚π’“π’”. 𝑬𝒏 𝒖𝒏 π’Žπ’π’Žπ’†π’π’•π’ 𝒏𝒐𝒔 π’—π’Šπ’Žπ’π’” 𝒓𝒐𝒅𝒆𝒂𝒅𝒐𝒔. π‘―π’†π’Žπ’π’” 𝒍𝒖𝒄𝒉𝒂𝒅𝒐 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂 𝒔𝒆𝒓𝒆𝒔 𝟏𝟎 𝒗𝒆𝒄𝒆𝒔 π’Žπ’‚Μπ’” π’ˆπ’“π’‚π’π’…π’†π’”. 𝑷𝒆𝒓𝒐 π’…π’†π’ƒπ’Šπ’…π’ 𝒂 𝒍𝒂 π’ˆπ’“π’‚π’—π’†π’…π’‚π’… 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒆 𝒑𝒍𝒂𝒏𝒆𝒕𝒂 𝒍𝒐𝒔 π‘Ήπ’‚π’ˆπ’π’‚π’“π’” π’•π’†π’π’ŠΜπ’‚π’ 𝒖𝒏𝒂 𝒇𝒖𝒆𝒓𝒛𝒂 π’Šπ’π’„π’π’Žπ’‘π’‚π’“π’‚π’ƒπ’π’†." Ragnars... El nombre le sonaba vagamente familiar, como algo que escuchó en un informe Viltrumita o tal vez en alguna patrulla remota. —"π‘―π’‚π’ƒπ’ŠΜπ’‚π’Žπ’π’” π’”π’–π’ƒπ’†π’”π’•π’Šπ’Žπ’‚π’…π’ π’ˆπ’“π’‚π’—π’†π’Žπ’†π’π’•π’† 𝒂 𝒆𝒔𝒕𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒓𝒆𝒔; π’•π’†π’Žπ’ŠΜπ’‚π’Žπ’π’” 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒔𝒆 π’π’–π’ˆπ’‚π’“ 𝒔𝒆 π’—π’π’π’—π’Šπ’†π’“π’‚ 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 π’•π’–π’Žπ’ƒπ’‚" Mark cerró los ojos un momento. La imagen de esa escena "dos exploradores atrapados en un mundo que no perdonaba errores" lo golpeó más fuerte de lo que esperaba. Era una historia simple. Como si fuera una misión fallida. Pero había algo en ese miedo, en esa lucha silenciosa contra un entorno que no se puede vencer, que lo reflejaba a él más de lo que querría admitir.
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