Te miré como quien contempla una herida que ya no sangra... Solo arde.
Y en ese fuego, entendí que ya no dolías por amor, sino por costumbre.
Lo triste no fue perderte,
fue darme cuenta que me perdí a mí misma amándote.
Te miré como quien contempla una herida que ya no sangra... Solo arde. Y en ese fuego, entendí que ya no dolías por amor, sino por costumbre. Lo triste no fue perderte, fue darme cuenta que me perdí a mí misma amándote.
Me entristece
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