Akatosh
◇◇ Las costumbres no se olvidan jamás ◇◇
Como era su costumbre desde que lo recuerda Kari se encontraba elevando una plegaria hacia el dios que sus padres le hicieron tenerle fe y devoción, a pesar de las circunstancias, el altar de Akatosh estaba puesto pulcro y con ofrendas, tal como le había enseñado su padre Halvar.
—Hola, soy yo, bueno, no te pido nada o bueno si… que me des una manita en el turno de hoy, no es que desprecie las monedas que me da Thorstein pero es que a veces eso de ser la saca borrachos no va conmigo.
Dijo sonriendo animada para luego hacer una reverencia al altar y salir hacia su trabajo en la posada, como cosa rara y ya firma de ella, iba tarde así que apuró el paso.
Luego de la maratónica carrera y de pelear con ñas gallinas que se le atravesaban en el camino, llegó a la posada, rápidamente fue por su delantal y trapo ante un llamado de atención de Thorstein, el dueño de la posada.
—Debías estar aquí a lo que el sol comienza a ocultarse, ni más ni menos Kari.— Dijo un enojado Thorstein a lo que Kari respondió con una sonrisa.
—Pero ya estoy aquí Thorstein, distinto fuera que no hubiera venido.
—No es eso Kari, de aquí tu eres la más capaz, si hubieses estado temprano, ese mago loco de ese loco colegio de magos no hubiera hecho un desastre la mesa de alquimia, es que no se ni por qué te hice caso de poner ese tiesto ahí.
Kari soltó una risa fuerte ante las quejas se Thorstein y fue a la mesa a limpiarla mientras dejaba a su amigo que siga rabiando solo, y así comenzaba un día más en la vida de Kari, entre aguamiel y cantos de los bardos.
◇◇ Las costumbres no se olvidan jamás ◇◇
Como era su costumbre desde que lo recuerda Kari se encontraba elevando una plegaria hacia el dios que sus padres le hicieron tenerle fe y devoción, a pesar de las circunstancias, el altar de Akatosh estaba puesto pulcro y con ofrendas, tal como le había enseñado su padre Halvar.
—Hola, soy yo, bueno, no te pido nada o bueno si… que me des una manita en el turno de hoy, no es que desprecie las monedas que me da Thorstein pero es que a veces eso de ser la saca borrachos no va conmigo.
Dijo sonriendo animada para luego hacer una reverencia al altar y salir hacia su trabajo en la posada, como cosa rara y ya firma de ella, iba tarde así que apuró el paso.
Luego de la maratónica carrera y de pelear con ñas gallinas que se le atravesaban en el camino, llegó a la posada, rápidamente fue por su delantal y trapo ante un llamado de atención de Thorstein, el dueño de la posada.
—Debías estar aquí a lo que el sol comienza a ocultarse, ni más ni menos Kari.— Dijo un enojado Thorstein a lo que Kari respondió con una sonrisa.
—Pero ya estoy aquí Thorstein, distinto fuera que no hubiera venido.
—No es eso Kari, de aquí tu eres la más capaz, si hubieses estado temprano, ese mago loco de ese loco colegio de magos no hubiera hecho un desastre la mesa de alquimia, es que no se ni por qué te hice caso de poner ese tiesto ahí.
Kari soltó una risa fuerte ante las quejas se Thorstein y fue a la mesa a limpiarla mientras dejaba a su amigo que siga rabiando solo, y así comenzaba un día más en la vida de Kari, entre aguamiel y cantos de los bardos.
[Ak4Aur1el]
◇◇ Las costumbres no se olvidan jamás ◇◇
Como era su costumbre desde que lo recuerda Kari se encontraba elevando una plegaria hacia el dios que sus padres le hicieron tenerle fe y devoción, a pesar de las circunstancias, el altar de Akatosh estaba puesto pulcro y con ofrendas, tal como le había enseñado su padre Halvar.
—Hola, soy yo, bueno, no te pido nada o bueno si… que me des una manita en el turno de hoy, no es que desprecie las monedas que me da Thorstein pero es que a veces eso de ser la saca borrachos no va conmigo.
Dijo sonriendo animada para luego hacer una reverencia al altar y salir hacia su trabajo en la posada, como cosa rara y ya firma de ella, iba tarde así que apuró el paso.
Luego de la maratónica carrera y de pelear con ñas gallinas que se le atravesaban en el camino, llegó a la posada, rápidamente fue por su delantal y trapo ante un llamado de atención de Thorstein, el dueño de la posada.
—Debías estar aquí a lo que el sol comienza a ocultarse, ni más ni menos Kari.— Dijo un enojado Thorstein a lo que Kari respondió con una sonrisa.
—Pero ya estoy aquí Thorstein, distinto fuera que no hubiera venido.
—No es eso Kari, de aquí tu eres la más capaz, si hubieses estado temprano, ese mago loco de ese loco colegio de magos no hubiera hecho un desastre la mesa de alquimia, es que no se ni por qué te hice caso de poner ese tiesto ahí.
Kari soltó una risa fuerte ante las quejas se Thorstein y fue a la mesa a limpiarla mientras dejaba a su amigo que siga rabiando solo, y así comenzaba un día más en la vida de Kari, entre aguamiel y cantos de los bardos.
