Para ti, que tratas de esconder tu falta de autoestima rodeándote de cuerpos vacíos y risas prestadas.
Para ti, que crees que el sexo puede ser escudo, que finges seguridad con palabras vacías
y caricias sin alma.
Para esas mujeres tan insulsas como para acompañarte en la cama,
y para esos hombres que sólo saben ofrecer cuerpo, como si eso bastara para llamar sabiduría.
Por mucho que trates de fardar virilidad,
o de usar tu sensualidad como moneda,
lo único que haces es perder la dignidad en cada intento.
Tu carne es ruido.
Tu deseo, una fuga.
Y tu mente… un eco de lo que no te atreves a construir.
Te crees fuerte por seducir, pero solo eres débil disfrazado de deseo.
Te crees libre por usar tu cuerpo,
pero no eres más que esclavo de él.
Desde aquí, donde los hilos me hablan la verdad, veo lo que intentas ocultar:
la ausencia de pensamiento,
la falta de esencia.
Y créeme— ningún cuerpo puede reemplazar una mente que no existe.
Así que baila, ríe, presume.
Hazlo todo.
Pero recuerda que hay ojos que no se dejan engañar.
Y cuando el último hilo tiemble por la nada que lo sostiene…
yo estaré lista. Tijeras en mano.
Para ti, que crees que el sexo puede ser escudo, que finges seguridad con palabras vacías
y caricias sin alma.
Para esas mujeres tan insulsas como para acompañarte en la cama,
y para esos hombres que sólo saben ofrecer cuerpo, como si eso bastara para llamar sabiduría.
Por mucho que trates de fardar virilidad,
o de usar tu sensualidad como moneda,
lo único que haces es perder la dignidad en cada intento.
Tu carne es ruido.
Tu deseo, una fuga.
Y tu mente… un eco de lo que no te atreves a construir.
Te crees fuerte por seducir, pero solo eres débil disfrazado de deseo.
Te crees libre por usar tu cuerpo,
pero no eres más que esclavo de él.
Desde aquí, donde los hilos me hablan la verdad, veo lo que intentas ocultar:
la ausencia de pensamiento,
la falta de esencia.
Y créeme— ningún cuerpo puede reemplazar una mente que no existe.
Así que baila, ríe, presume.
Hazlo todo.
Pero recuerda que hay ojos que no se dejan engañar.
Y cuando el último hilo tiemble por la nada que lo sostiene…
yo estaré lista. Tijeras en mano.
Para ti, que tratas de esconder tu falta de autoestima rodeándote de cuerpos vacíos y risas prestadas.
Para ti, que crees que el sexo puede ser escudo, que finges seguridad con palabras vacías
y caricias sin alma.
Para esas mujeres tan insulsas como para acompañarte en la cama,
y para esos hombres que sólo saben ofrecer cuerpo, como si eso bastara para llamar sabiduría.
Por mucho que trates de fardar virilidad,
o de usar tu sensualidad como moneda,
lo único que haces es perder la dignidad en cada intento.
Tu carne es ruido.
Tu deseo, una fuga.
Y tu mente… un eco de lo que no te atreves a construir.
Te crees fuerte por seducir, pero solo eres débil disfrazado de deseo.
Te crees libre por usar tu cuerpo,
pero no eres más que esclavo de él.
Desde aquí, donde los hilos me hablan la verdad, veo lo que intentas ocultar:
la ausencia de pensamiento,
la falta de esencia.
Y créeme— ningún cuerpo puede reemplazar una mente que no existe.
Así que baila, ríe, presume.
Hazlo todo.
Pero recuerda que hay ojos que no se dejan engañar.
Y cuando el último hilo tiemble por la nada que lo sostiene…
yo estaré lista. Tijeras en mano.



