De nuevo comenzaba a llegarle la depresión, negando y suspirando, queriendo sacar esos pensamientos de su cabeza.
No había motivo para sentirse mal, pero no podía controlarlo, menos con lo hormonal del embarazo, envolviéndose con sus alas como un capullo.
De nuevo comenzaba a llegarle la depresión, negando y suspirando, queriendo sacar esos pensamientos de su cabeza. No había motivo para sentirse mal, pero no podía controlarlo, menos con lo hormonal del embarazo, envolviéndose con sus alas como un capullo.
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